Jesús, Si quieres, puedes sanarme.
De nuestra confianza depende nuestra sanación.
Si nos dejamos amar de Jesús y cumplimos su mandato veremos milagros. Tan solo debemos acercarnos con humildad como el leproso, suplicándole de rodillas y vaciando nuestro corazón de todo tipo de egoísmo, ira, envidia y autocompasión.
Reflexión: Tu quieres ser curado?
Meditación: Señor Jesús, hoy vengo a ti con todas mis iniquidades, porque necesito de tu gracia. Señor, si quieres, sáname de mi soberbia, de mi egoísmo, de mi vanidad, de mi indiferencia. Señor Jesús, sana mi corazón y muéstrame tu amor.
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Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
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