Jesús desea sanarte y guiarte hacia la vida eterna, pero depende de ti querer recibirlo. Solo necesitas fe, creyendo que Dios gobierna el mundo y que para Él todo es posible.

Nuestro propósito en esta vida es vivir con alegría y acercarnos a Dios. Para lograrlo, sigamos a Jesús, quien nos enseña a vivir en el amor.

“Hagan lo que Él les diga.”

Reflexión sobre Lucas 5,12-16
El pasaje de la curación del leproso nos muestra cómo, a pesar de nuestras limitaciones, la fe hace posible el encuentro con el amor y el poder de Dios. El leproso se acerca a Jesús con humildad y confianza, diciéndole: “Señor, si quieres, puedes sanarme.” Al poner toda su esperanza en Él, recibe la sanación que anhelaba, recordándonos que para Dios no existen imposibles.

Así, cuando abrimos nuestro corazón y dejamos que Jesús nos sane y nos guíe, descubrimos que nuestro verdadero propósito es acercarnos a Dios y vivir en su amor. Su invitación —“Hagan lo que Él les diga”— nos llama a poner en práctica su palabra, con la certeza de que nos conduce a la alegría plena y a la vida eterna.

 

Recuerda:
  1. La fe hace posible el encuentro con Dios
    • Al igual que el leproso, cuando nos acercamos a Jesús con humildad y confianza, descubrimos que no hay imposibles para el Señor.
  2. Jesús sana y guía
    • Él quiere liberarnos de toda enfermedad o carga que nos impida vivir plenamente. Solo debemos abrirle nuestro corazón y dejarnos conducir por su palabra.
  3. El llamado a vivir en amor y esperanza
    • Nuestro propósito es acercarnos a Dios y vivir con alegría, siguiendo las enseñanzas de Jesús. “Hagan lo que Él les diga” es la clave para experimentar la verdadera plenitud y la vida eterna.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,12-16):

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

Palabra del Señor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *