Mensaje de Jesus

Paz a los hombres

 

Es de sabios hacerle caso a Dios.
Por eso, escucha primero su voz antes que la de los hombres, y haz su voluntad, dejando atrás las malas costumbres heredadas, mientras caminas de la mano de Jesús hacia la vida eterna.

En tu actuar, si tienes dudas sobre lo que es correcto, discierne con calma y decide bien.
Porque cuando hay duda, no hay paz.
Y la paz es señal de que vas por el camino de Dios.

Todo lo que viene de Dios es bueno… y siempre trae paz.

El nombre que Dios te da — Sanando el alma y rompiendo cadenas

En el Evangelio de Lucas se nos narra el nacimiento de Juan el Bautista.
Todos esperaban que lo llamaran Zacarías, como su padre.
Pero cuando su madre dijo: “Se va a llamar Juan”, y Zacarías lo confirmó por escrito, todos quedaron sorprendidos.

¿Por qué romper con la tradición?
¿Por qué no seguir la línea familiar?

La cábala nos da una clave profunda:
El nombre representa la esencia espiritual del alma.
No es un adorno, es un código.
Y cuando Dios da un nombre nuevo, está activando una nueva misión,
un nuevo propósito,
una nueva fase del tikkún —la corrección del alma en este mundo.

En ese momento, Juan no solo nacía como niño.
Nacía un llamado.
Nacía una historia sagrada.
Nacía una ruptura con lo viejo… para preparar el camino a lo nuevo.

Así actúa Dios: nos llama por un nombre que el mundo no entiende,
nos separa de lo que es cómodo o heredado,
y nos da una identidad que muchas veces solo se revela con el tiempo.

La cábala enseña que el alma no encarna por casualidad.
Llega con una misión única que debe ser despertada.
Y muchas veces, eso implica romper con costumbres, estructuras familiares o expectativas sociales que ya no están alineadas con el plan divino.

Juan significa “Dios ha hecho gracia”.
Su vida fue testimonio de esto:
no vivió para agradar al sistema religioso,
vivió para anunciar al Mesías.
Y todo comenzó el día en que su padre escribió, con fe:
“Su nombre es Juan”.

Tú también llevas un nombre en lo alto.
Una identidad espiritual que puede que aún no comprendas del todo.
Pero está en ti.
Y en algún momento, el plan de Dios lo revelará.

Cuando eliges obedecer la voz de Dios por encima de las voces humanas,
cuando permites que Él te nombre y te guíe,
se activa la corrección.
La herida se sana.
La historia cambia.

Quizás naciste en una línea familiar con patrones pesados,
costumbres repetidas por generaciones.
Pero si caminas de la mano de Jesús, como hizo Juan,
si escuchas el llamado desde el alma,
entonces todo puede transformarse.

Porque cuando Dios te da un nombre,
te está llamando a recordar quién eres en verdad.
Y cuando eso sucede…
la mano del Señor también estará contigo.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.