La fe es un don, un regalo de Dios para quienes lo aman.
Ábrete al amor de Dios y recibe el don de la fe.
Confía en que todo es para bien y acepta, con gratitud, la voluntad de Dios.
Cuando estés en oración, pide a tu Padre celestial que te dé el don de la fe.
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El Don de la Fe: Aceptar con Amor la Voluntad de Dios
En Marcos 8:27-33, Jesús revela a sus discípulos algo difícil de aceptar: su destino es la cruz. Pedro, con buena intención pero con una visión humana, trata de disuadirlo. Sin embargo, Jesús lo reprende y le dice:
«Tú no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.» (Marcos 8:33)
Aquí, Jesús nos enseña qué significa verdaderamente tener fe: no solo creer en Dios, sino aceptar su voluntad con amor. Jesús sabía lo que le esperaba, pero no huyó, no se rebeló… aceptó con amor su misión, porque su fe en el Padre era absoluta.
La cábala nos enseña que la fe no es solo un sentimiento, sino un estado de conciencia superior llamado «Emuná», que significa confiar en Dios incluso cuando no entendemos su plan. Esta fe no es pasiva; es una fuerza activa que nos impulsa a vivir conforme a la voluntad divina, sabiendo que todo lo que ocurre en nuestra vida es para bien.
Creerle a Jesús es Vivir como Él nos Enseñó
Jesús no solo nos mostró el camino, Él es el camino. Creer en Él no es solo reconocerlo como el Mesías, sino creerle, es decir, vivir según sus enseñanzas.
Cuando vivimos con fe:
- Aceptamos cada situación con amor, sabiendo que todo tiene un propósito.
- No tememos el futuro, porque confiamos en que Dios está en control.
- Caminamos en obediencia, cumpliendo sus mandamientos con alegría.
No sabemos cuál será nuestro destino, pero si vivimos en fe, sabemos que todo estará bien, porque todo es para bien.
Jesús es nuestro Mesías porque nos salva con su enseñanza, con su ejemplo de entrega y amor incondicional. Solo tenemos que seguirlo y creerle, lo que significa vivir como Él nos enseñó.
Así como Jesús aceptó su cruz con amor, nosotros también podemos abrazar nuestra vida con fe, confiando en que la voluntad de Dios siempre es perfecta.
Que nuestra fe nos lleve a vivir con paz, gratitud y confianza absoluta en Dios.
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Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,27-33):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Palabra del Señor.