Jesús nos revela que hay una corte celestial y nos sugiere llevar una vida justa para vivir en el Reino de los Cielos.
Debes saber que existe una ley espiritual de medida por medida y que somos llevados a juicio ante la corte celestial por nuestro actuar en la Tierra. Por eso, escoge el camino de la vida y ora por tener un buen corazón, para que la misericordia y el amor se expandan, desvaneciendo la maldad y la mala inclinación.
Las leyes de Dios son perfectas.
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La Justicia que Trasciende: La Ley Divina y la Cábala
En el Evangelio de Mateo (5,20-26), Jesús nos llama a una justicia que va más allá del simple cumplimiento externo de la ley. Nos dice que si nuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraremos en el Reino de los Cielos. Pero, ¿qué significa esto realmente?
En la Cábala, se nos enseña que el universo está regido por el equilibrio de la justicia y la misericordia, reflejado en las Sefirot Guevurá (rigor, juicio) y Jesed (bondad, misericordia). La ley del “medida por medida” (Midá Kenegued Midá) nos revela que nuestras acciones regresan a nosotros en la misma intensidad con la que fueron emitidas. Jesús nos advierte que el enojo, el rencor y la falta de reconciliación nos pueden llevar a juicio, no solo en este mundo sino en la corte celestial, pues cada pensamiento y acción generan una reacción espiritual.
Cuando Jesús nos insta a reconciliarnos con nuestro hermano antes de presentar nuestra ofrenda en el altar, está enseñando una verdad profunda: el sacrificio externo no tiene valor si el corazón sigue cargado de enojo y división. La Cábala nos revela que el Tikún (reparación del alma) solo se logra cuando purificamos nuestras emociones y rectificamos nuestras relaciones con los demás. No podemos acercarnos a Dios con impurezas en el corazón, porque nuestra alma está diseñada para alinearse con la Luz divina, y esa Luz es amor, paz y unidad.
Así como en la Cábala se nos instruye a hacer Teshuvá (retorno a Dios) para corregir nuestras acciones y sanar nuestra alma, Jesús nos muestra que el camino hacia el Reino de los Cielos implica un cambio profundo en nuestro ser. No basta con evitar el asesinato, como dice la Ley escrita; debemos erradicar el odio, el rencor y la indiferencia desde su raíz, porque cada emoción negativa bloquea la abundancia espiritual y material que Dios quiere derramar sobre nosotros.
Dios es juez, pero también es amor. Su deseo es que nos elevemos por encima de los impulsos negativos y abracemos la justicia verdadera, la que nace de un corazón transformado. La clave está en el perdón, la reconciliación y el esfuerzo diario por manifestar Su Luz en el mundo.
Que podamos liberarnos de todo juicio injusto, sanar nuestras relaciones y vivir con la justicia que Jesús y la Cábala nos enseñan: la justicia que une el rigor con la misericordia, y que nos abre las puertas del Reino de los Cielos.