Jesús es nuestro guía en el camino hacia la vida eterna.
Él nos enseña cómo vivir para superar las pruebas de este mundo terrenal, permaneciendo siempre unidos a Dios.

El Uno que habla al alma

Jesús dice: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno.»

Este mensaje de Jesús no solo habla de su unidad con Dios, sino que revela algo aún más profundo: que el acceso a la vida eterna está abierto a todos aquellos que lo escuchan y lo siguen, incluso a los gentiles. Este fue un cambio trascendental en la historia espiritual de la humanidad, pues por siglos se creyó que la vida eterna era solo para el pueblo elegido. Pero Jesús, siendo judío y conocedor profundo de la Torá, vino a extender la conexión divina a toda alma sedienta de verdad, sin importar su origen.

En la cábala, entendemos que existen múltiples niveles de realidad, y que el alma viene de un mundo superior al que busca volver. Jesús, al decir que es uno con el Padre, no está usurpando la unicidad divina, sino afirmando que ha alcanzado la máxima unión posible entre el alma humana y el Creador. Y este es el camino que nos enseña: no a adorarlo como separado de Dios, sino a unirnos a Dios a través de sus enseñanzas, tal como él lo hizo.

Este es el eco del Shema Israel:
“Shema Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad”Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor es Uno.

La cábala enseña que esta unicidad no es solo una declaración teológica, sino un llamado a que todo en nuestra vida —pensamientos, emociones, acciones— converjan en la unidad divina. Jesús lo vivió plenamente. Y su voz, la que escuchan sus ovejas, es la voz que despierta el alma del exilio y la guía hacia su origen: la Luz Infinita de Dios.

Si tú sientes que Jesús te llama, no es fanatismo, no es religión… es tu alma reconociendo su origen. Porque el alma no escucha desde la lógica, sino desde la conexión espiritual.

Entonces, escucha.
Escucha con el alma.
Porque si Él y el Padre son Uno… y tú te unes a Él, tú también estás en el Uno. Y nadie podrá arrebatarte de Su mano.

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor.

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