Jesús, fuente de vida, nos muestra el camino de la fe, la esperanza y el amor por medio de su Espíritu Santo y su Palabra.
Él nos da fortaleza, sabiduría y consejo para vivir cada día sin transgredir las leyes espirituales, y así poder dar fruto abundante.
Debes saber que este mundo está regido por leyes invisibles, leyes espirituales que sostienen toda la creación.
Y Jesús, Maestro de vida, nos enseña cómo vivir en armonía con esas leyes, para que podamos recibir las bendiciones que el cielo tiene preparadas para nosotros.
Por eso, permanece en oración constante.
Haz de Jesús tu guía en el camino de cada día, reconociendo que todo lo que sucede es para bien, y que Dios tiene el control.
Pide a Dios lo que deseas, pero al hacerlo, asegúrate de que tu deseo no cause daño a otros.
Porque todo pedido que nace del amor y del bien, encontrará respuesta en el tiempo perfecto de Dios.
Permanecer en la Vid
En el Evangelio de Juan, Jesús nos revela un secreto espiritual profundo:
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador… Permanezcan en mí, como yo en ustedes… porque separados de mí nada pueden hacer.”
Estas palabras no son solo una metáfora agrícola, sino un principio místico que la cábala también reconoce: la conexión con la Fuente lo es todo.
En términos cabalísticos, el alma solo puede recibir bendición si está unida al flujo divino —al shefa, al manantial de luz que fluye desde los mundos superiores hacia nosotros.
Jesús, como Maestro y como encarnación del Verbo divino, nos enseña que Él es el canal por el cual esa luz fluye a nuestra alma.
Alejarnos de Él es como cortar una rama de la vid: deja de recibir savia, y finalmente se seca.
La cábala enseña que el universo está estructurado en niveles, y que cada deseo que tenemos —cuando nace del alma rectificada— puede subir por estos niveles hasta alcanzar el corazón de Dios.
Pero si el alma está desconectada de la raíz, el deseo se dispersa y se pierde.
Por eso Jesús dice:
“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá”.
Esto no es magia. Es ley espiritual: la bendición fluye hacia quienes permanecen conectados al canal de luz.
Jesús es ese canal. El árbol de vida.
Y nosotros, sus ramas.
Cuando vivimos según sus palabras, cuando respiramos con su amor, cuando dejamos que su Espíritu Santo transforme nuestras intenciones más profundas, entonces deseamos en armonía con la voluntad del Padre.
Y todo lo que deseamos… lo recibimos.
La cábala también enseña que el alma tiene raíces en el mundo superior, pero ramas en este mundo. Y que el alma florece solo cuando se alinea con su origen.
Eso es “permanecer en Jesús”: volver al origen. Volver a la Luz.
Así que si hoy estás buscando un milagro, una respuesta, una puerta que se abra…
No busques más fuera.
Busca permanecer.
Permanecer en Jesús.
Permanecer en el amor.
Permanecer en la Palabra.
Porque en esa conexión… está todo.
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Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor.