Tener fe es creer y aceptar la voluntad de Dios, reconociendo que todo lo que nos pasa es obra suya, y que Él es quien gobierna el mundo y nos guía para que volvamos al camino hacia la vida eterna.
Todo lo que vivimos en esta vida terrenal trae señales que nos permiten reconocer qué debemos corregir en nuestro caminar. Recuerda: todo pasa por algo.
Lo que Dios quiere es que practiques la justicia, ames la lealtad y seas humilde, aceptando que todo es su voluntad.
Sigue entonces las enseñanzas de Jesús y vive en amor, mientras caminamos de regreso a la casa de Dios.
Medita en lo que te pasa, porque todo es una señal.
La Señal de Jonás y la Voz del Alma
En el Evangelio de Mateo (12,38-42), los fariseos le piden a Jesús una señal milagrosa para creer en Él. Pero Él responde que no se les dará otra señal más que la del profeta Jonás, aquel que pasó tres días en el vientre del pez, como figura del misterio de la muerte y resurrección.
Desde la cábala, entendemos que las señales divinas no son espectáculos externos, sino movimientos profundos en el alma. La señal de Jonás no es un truco para convencer a los incrédulos, sino una revelación del proceso espiritual por el que debe pasar todo ser humano: descender al abismo de sí mismo, morir a su ego, y renacer en la luz de la conciencia divina.
El “vientre del pez” representa ese estado de confinamiento interior donde el alma se enfrenta a su oscuridad. Es el proceso de teshuvá, el retorno a Dios, donde reconocemos nuestras faltas y permitimos que Su luz nos transforme desde dentro.
Los sabios de la cábala enseñan que el alma tiene una chispa divina que constantemente busca volver a su Fuente. Pero cuando vivimos aferrados a lo externo, esperando señales del cielo sin atender a lo que ocurre en nuestro interior, nos perdemos el verdadero milagro: la transformación del corazón.
Jesús, como sabiduría encarnada, nos recuerda que la única señal necesaria es la conversión interior. Que así como Jonás fue signo para los ninivitas, su propia entrega y resurrección lo es para nosotros. No debemos buscar prodigios fuera, sino aprender a leer las señales del alma, a escuchar la voz de la conciencia y dejarnos guiar por el Espíritu.
Porque el Reino de Dios no viene con ruido ni espectáculo. Viene cuando un alma se rinde al amor, cuando el orgullo muere, y el corazón vuelve a la verdad.
Evangelio que inspiró este mensaje
Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,38-42):
En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo.»
Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»
Palabra del Señor.