El secreto para entrar en el Reino de los Cielos es vivir con alegría en todo momento.

Sea cual sea tu situación, recuerda que todo lo que sucede en este mundo es voluntad de tu Padre Celestial, quien tiene un plan perfecto para ti. Solo confía, porque todo es para tu bien.

Dios es el único que sabe qué es lo mejor para ti y para el perfeccionamiento de tu alma. Ten la certeza de que todo lo que te ocurre tiene un propósito divino.

Medita en lo que cada situación viene a enseñarte y sigue adelante, paso a paso, con alegría, en este camino de fe.

Tu tarea es vivir con alegría. ¡Confía y sigue avanzando!

El Tesoro Escondido y la Perla de Gran Valor
Reflexión con sabiduría de la cábala

Jesús nos habla del Reino de los Cielos como un tesoro escondido en un campo y como una perla preciosa por la que vale la pena dejarlo todo. Estas parábolas nos revelan un misterio profundo: la verdad más valiosa está oculta a simple vista, y solo quien busca con el corazón dispuesto la puede encontrar.

La cábala enseña que el mundo físico es solo una cáscara (klipá) que oculta la luz divina. A través del trabajo espiritual, del refinamiento del alma y de la intención pura (kavaná), vamos quitando las capas que cubren ese tesoro escondido. Esa luz —el Reino de los Cielos en nosotros— no está lejos, está enterrada dentro del alma, esperando ser redescubierta.

El hombre que encuentra el tesoro en el campo “va lleno de alegría y vende todo lo que tiene” para obtenerlo. Esta alegría representa el despertar espiritual, el momento en que el alma reconoce la Luz y comprende que nada en este mundo material se compara con esa verdad eterna. En ese instante, el ego ya no tiene poder, y la voluntad se alinea con la del Creador.

En la cábala, se enseña que toda la creación existe para que el alma cumpla su tikkun, su corrección. El verdadero tesoro es el conocimiento de Dios, y la perla preciosa es la unión con Él, lo que los sabios llaman devekut —la adhesión al Creador. No se trata de acumular méritos externos, sino de pulir el alma, transformar el deseo de recibir solo para uno mismo en un deseo de recibir para dar.

Buscar el Reino de los Cielos es, entonces, emprender un viaje hacia adentro. Una búsqueda constante, diaria, como lo enseña la práctica de la hitbodedut: retirarse a solas para hablar con Dios desde lo profundo del corazón, con palabras sinceras, escuchando el silencio donde Él habita.

Así, día a día, la persona se convierte en el campo fértil donde el tesoro ya está sembrado. No se trata de adquirir algo nuevo, sino de despertar a lo que ya nos fue dado: la chispa divina en cada uno. Ese es el verdadero Reino de los Cielos.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor.

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