No te afanes. Haz lo correcto, cumple con lo que está mandado, confía en Dios y trabaja para su Reino.
Confía en que Dios proveerá.
Trabaja primero por el Reino de Dios, y todo lo demás vendrá por añadidura.
Dios provee a quienes buscan su Reino
En Mateo 17,22-27 vemos cómo Dios, en su infinita providencia, se encarga hasta de los detalles más pequeños. La cábala nos recuerda que la provisión material de cada persona se determina al inicio de cada año, cuando el Creador establece cuánto recibirá cada alma según su camino y misión. Sin embargo, cada día es también una oportunidad para comenzar de nuevo, pues somos juzgados día a día, y un juicio mayor se realiza cada año.
Dios provee a todos, pero cuando el corazón del hombre está puesto en el Reino y en la vida eterna, su provisión adquiere un sentido más alto. Quien busca la santidad y vive correctamente recibe de acuerdo con lo que su alma anhela: abundancia para quien desea servir desde la abundancia, sencillez para quien busca la paz de lo simple.
La cábala nos enseña que lo importante es vivir en amor y cumplir las mitsvot, pues ellas alinean nuestra voluntad con la voluntad divina. Si deseamos también prosperar materialmente, debemos buscarlo dentro de los mandamientos de Dios, recordando siempre que la verdadera riqueza es la salvación del alma.
Nota: En la tradición de la cábala, el comienzo del año es Rosh Hashaná, según el calendario judío. Es en ese momento cuando se decreta la provisión material y espiritual para cada persona durante el nuevo ciclo, aunque cada día seguimos siendo evaluados y podemos volver a empezar.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Palabra del Señor.