Jesús nos revela que Dios lo puede todo. Por eso, creámosle a Jesús para vivir una vida llena de bendiciones.
Cuando sientas que ya no tienes fuerzas, cuando parezca que no hay solución, cuando pienses que ya no queda nada más que puedas hacer y que ni con tu esfuerzo ni con tus riquezas lograrás salir adelante, recuerda: «Dios todo lo puede».
Acepta la voluntad de Dios y alégrate, porque todo es para bien.
El desapego que abre las puertas del Reino
Jesús nos dice que es difícil para un rico entrar en el Reino de los Cielos. Sus palabras no condenan la riqueza en sí misma, sino el apego que puede encadenar el alma y cerrar el corazón a Dios.
La cábala enseña que el alma desciende al mundo material para aprender a elevar la chispa divina que habita en todo lo creado. La riqueza puede ser vista como una prueba: puede convertirse en una cárcel que alimenta el ego, o en un instrumento de luz cuando se usa con justicia, amor y generosidad.
El apego a lo material cierra los canales del alma; en cambio, el desapego abre la puerta a la abundancia verdadera, la que fluye desde lo Alto. Por eso, Jesús nos recuerda que lo imposible para el hombre es posible para Dios: no es con la fuerza humana que se logra la perfección, sino con la gracia divina que transforma el corazón.
Cada acto de desapego, cada vez que usamos lo que tenemos para compartir y no para poseer, el alma se eleva un poco más hacia la eternidad. Así, la promesa de Jesús se cumple: quien renuncia a lo que le ata, recibe cien veces más en amor, en paz y en plenitud, y además hereda la vida eterna.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
Palabra del Señor.