El camino a la vida eterna se debe recorrer con Fé y Alegría permaneciendo siempre en movimiento creyendo en las promesas de Dios.

Cuando estés cansado y agobiado, mira hacia el cielo y pide a Dios, tu Padre Todopoderoso, la fuerza para pasar la prueba recordando que todo es para bien, confiando en que lo que te pasa es la voluntad de Dios. Carga tu cruz y agradece con amor.

Persigue tus metas terrenales viviendo en santidad mientras recuerdas que la meta es la vida eterna.


Lectura del santo evangelio según san Juan (3,13-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Palabra del Señor.

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