Tener fe es creerle a Dios: tener la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, y vivir de acuerdo con lo que Jesús nos enseñó.
Mientras tanto, pidamos el don de la fe y trabajemos también nosotros en cultivarla, viviendo conforme a las enseñanzas de Jesús; dando testimonio de nuestra confianza al ser coherentes, llevando la vida de un justo en un estado de amor.
La fe como semilla del alma
Los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe.”
Y Jesús respondió: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: ‘Desarráigate y plántate en el mar’, y los obedecería.”
La fe no es una cantidad que se mide, sino una calidad de unión.
En la cábala, la fe —emuná— no es un pensamiento ni una emoción, sino un estado de conexión con la Voluntad Divina. Es la raíz oculta de todo lo que florece, la chispa que une lo visible con lo invisible.
Cuando Jesús habla del grano de mostaza, está revelando un misterio: el poder no reside en el tamaño de la semilla, sino en su esencia. El alma que confía totalmente en Dios puede mover lo inmóvil, porque su palabra deja de ser suya y se convierte en el eco del Creador.
Pero el Evangelio continúa: Jesús nos recuerda que el siervo que cumple su deber no espera recompensa.
Este es otro secreto de la cábala: la fe verdadera no busca resultado, sino unión. El justo sirve por amor, no por mérito. Cumple la voluntad divina no para obtener, sino para revelar.
Así, el alma alcanza el nivel del tzadik —el justo—, aquel que sirve con alegría porque ha comprendido que el servicio mismo es la bendición.
Jesús nos enseña que la fe no se aumenta pidiéndola, sino viviéndola.
Cada acto de coherencia, cada decisión que brota del amor y no del miedo, alimenta esa semilla interior. Cuando el alma actúa desde la fe, lo invisible se vuelve visible; la palabra se vuelve creación; el servicio se vuelve oración.
Pidamos, entonces, la conciencia para vivir en la fe, – la emuná -.
Porque el que vive en fe no necesita ver milagros: él mismo se convierte en uno.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):
En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Palabra del Señor