Jesús nos dice: «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»

Lo que debes saber es que tener fe es creer en Dios, viviendo de acuerdo a su palabra y aceptando que todo lo que te pasa en esta vida terrenal es  para tu bien.

Cuando creces en tu vida espiritual y llevas una vida de fe, tu vida se vuelve más llevadera aumentando la esperanza, la dicha y el amor.

Por eso escucha a Jesus, la palabra de Dios que se hizo carne; y ponla en práctica.

Repite: Gracias Señor Jesús, porque me enseñas que todo es para bien.

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La palabra que desciende y retorna

Jesús nos dice: «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
En la cábala, “la palabra” (Davar) no es solo un sonido o una instrucción; es una chispa divina que desciende desde los mundos superiores —desde Atzilut, el mundo de la emanación— hasta nuestro plano terrenal, para despertar en el alma humana su origen celestial.

Escuchar la palabra de Dios no es oír con los oídos, sino con el alma.
Es permitir que esa chispa —esa vibración espiritual— encuentre eco en nuestro interior, y que nuestra acción la eleve de regreso a su Fuente.
Por eso Jesús dice que los dichosos no son solo los que escuchan, sino los que cumplen: porque al actuar en coherencia con la palabra, transformamos la energía divina en realidad concreta.

Cada acto de fe es una forma de Tikkun, una reparación del alma.
Aceptar que “todo lo que sucede es para bien” es reconocer que incluso los fragmentos rotos de nuestra historia contienen Luz oculta (Or HaGanuz), esperando ser revelada a través de nuestra respuesta consciente.
Nada de lo que ocurre está separado del propósito divino.
El dolor, la pérdida y la espera son solo velos que cubren la enseñanza que el Creador te envía para que eleves tu conciencia.

La vida de fe, entonces, no es una huida del mundo sino una alquimia interior:
tomar la materia de lo cotidiano y devolverla en forma de amor, gratitud y servicio.
Esa es la verdadera Escucha: no un oído atento, sino un corazón dispuesto.

Por eso Jesús, que es la Palabra hecha carne, nos invita a encarnar también la palabra —a convertir el oír en obrar, y el obrar en Luz.
El alma que vive así se vuelve un canal del Bien, una lámpara que ilumina el sendero del retorno.

Repite y siente en tu interior:
Gracias Señor Jesús, porque me enseñas que todo es para bien.
Pues cuando el alma acepta esta verdad, se alinea con la corriente de la Creación, y el universo entero conspira para revelar su bendición.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,27-28):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»

Palabra del Señor.