Jesús nos enseña que lo primero es hacer el bien, porque esa es la voluntad de Dios.
Entonces, discierne al tomar decisiones cuál es la voluntad de Dios y sé partícipe de su misericordia.
Haz el bien y no mires a quién.
Lo correcto siempre será hacer el bien y actuar con amor.
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Reflexión inspirada en Marcos (3,1-6)
En este pasaje, Jesús se encuentra con un hombre que tiene la mano paralizada. La situación ocurre en sábado, y los fariseos esperan ver si Él lo sanará, para acusarlo de quebrantar la ley. Sin embargo, Jesús muestra que la esencia de las enseñanzas divinas es hacer el bien, por encima de la rigidez de las normas humanas.
Al sanar al hombre, Jesús evidencia que la voluntad de Dios se centra en la misericordia y el amor hacia el prójimo. Cualquier interpretación de la ley que impida hacer el bien, falla en comprender el verdadero corazón de Dios.
Así, cuando tomamos decisiones, estamos invitados a discernir cuál es la voluntad divina y a ser partícipes de su compasión. Hacer el bien no solo libera al necesitado, sino también nuestro propio corazón, llevándonos a vivir con amor, paz y coherencia con la voluntad del Padre.
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Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,1-6):
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti señor Jesús 🙏