Benditos aquellos que son llamados hijos de Dios. Benditos aquellos que hacen la voluntad de Dios.

Jesús nos enseña que el amor y la misericordia son la base para vivir haciendo la voluntad de Dios, y nos guía a través de las Escrituras para mostrarnos cómo vivir según Su propósito.

Está en ti discernir, en cada momento, cuál es la voluntad de Dios para tomar decisiones y vivir conforme a Sus mandatos.

«Espíritu Santo, ilumíname para comprender y seguir la voluntad de Dios.»

Discernir la voluntad de Dios: vivir con amor y misericordia

En el Evangelio de Marcos (3,31-35), Jesús declara: «Todo aquel que cumple la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre.» Con estas palabras, nos enseña que la verdadera familia de Dios no está definida solo por vínculos de sangre, sino por la disposición de nuestro corazón para vivir según Su voluntad. Pero, ¿cómo discernimos cuál es esa voluntad?

A menudo pensamos que hacer la voluntad de Dios significa buscar respuestas sobre el futuro, como si se tratara de adivinar un destino específico o un plan oculto. Sin embargo, Jesús nos muestra que la voluntad de Dios no se trata de vivir preocupados por lo que vendrá, sino de actuar en el presente con amor y misericordia. Es en nuestras decisiones diarias, guiadas por el Espíritu Santo, donde podemos alinear nuestra vida con los designios divinos.

Discernir la voluntad de Dios no es mirar hacia el futuro con incertidumbre, sino escuchar el presente con el corazón abierto. Es atender a los anhelos profundos que Dios ha puesto en nuestra alma: esos deseos que nos acercan al bien, a la justicia y al amor. Pero no basta con desear; debemos actuar. Jesús nos enseña que la acción debe estar fundamentada en dos pilares: el amor y la misericordia.

Jesús nos da una clave importante en este Evangelio: cumplir la voluntad de Dios nos convierte en parte de Su familia. Esto significa que cada vez que elegimos actuar con amor y misericordia, nos acercamos más al corazón de Cristo. Cada decisión tomada desde el amor nos une a Él y a la misión divina de transformar el mundo.

No debemos temer equivocarnos al discernir. El Espíritu Santo está siempre con nosotros, iluminando nuestro camino cuando buscamos con sinceridad. Podemos orar: «Espíritu Santo, ilumíname para saber cuál es la voluntad de Dios.» Esta oración nos conecta con esa guía divina que nunca nos abandona.

Reflexión final:

Discernir la voluntad de Dios es vivir alineados con el amor y la misericordia en cada momento. Es permitir que nuestras decisiones reflejen la bondad de Dios, sin preocuparnos demasiado por el mañana. Recuerda que no necesitas tener todas las respuestas; lo único necesario es confiar en que, cuando actúas desde el amor, estás cumpliendo con el llamado divino.

Hoy, pregúntate: ¿cómo puedo vivir con más amor y misericordia? Porque ahí, en esos pequeños actos, se encuentra la voluntad de Dios para tu vida.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»
Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor.

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