La corrección del alma viene con el cumplimiento de la Palabra de Dios. ¿De qué sirve confesar nuestros pecados sin arrepentimiento ni compromiso con una verdadera transformación?
La mejor forma de enseñar la Palabra de Dios es con el ejemplo, porque de nada sirve predicar si no aplicamos lo que decimos.
El día más importante para ti es hoy. Comienza ese caminar espiritual de regreso a la Casa de Dios.
Reflexión: ¿Dejas que Jesús entre en tu vida?
La Sabiduría que Reconoce la Verdad
Jesús, en Lucas 7,31-35, compara a su generación con niños caprichosos que no saben reconocer el momento de la gracia. Les muestra que la Sabiduría de Dios se manifiesta de formas diversas: en Juan el Bautista, austero y penitente, y en Él mismo, cercano, comiendo y compartiendo con pecadores. Sin embargo, muchos rechazan a ambos porque no se ajustan a sus expectativas.
La Cábala nos enseña que la Sabiduría divina —Jojmá— se oculta bajo velos para ser descubierta solo por un corazón humilde y abierto. A veces, la luz llega en formas que desafían nuestras ideas preconcebidas: un profeta que ayuna o un Mesías que comparte la mesa con los pecadores. Cuando nuestro ego exige que Dios actúe según nuestras reglas, cerramos las puertas a esa luz.
Jesús nos invita hoy a elevarnos por encima del juicio superficial y a buscar la esencia: el fruto del Espíritu, la coherencia del amor y la verdad. La corrección del alma comienza cuando dejamos de imponer condiciones a Dios y permitimos que su Sabiduría nos sorprenda.
Pregunta para tu corazón:
¿Estás dispuesto a reconocer a Dios aunque se presente de una manera distinta a lo que esperabas?
Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35):
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores.» Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Palabra del Señor.