Jesús nos invita a seguirle hacia el reino de Dios, siendo nuestro alimento diario, guía espiritual y Maestro en nuestro diario vivir.

Pon a Dios primero en tu vida, sigue las enseñanzas de Jesús y disfruta del banquete del Señor.

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El Banquete del Alma

Jesús nos enseña que el Reino de Dios es como una gran cena a la que todos somos invitados, pero no todos aceptan la invitación.
El alma es llamada cada día al banquete de la Luz, pero muchas veces se excusa con razones que parecen justas: el trabajo, las responsabilidades, los afectos. Sin embargo, detrás de esas excusas se oculta la Klipá, la cáscara que vela la presencia del Creador.

En la Cábala, las Klipot representan los velos que nos separan de la Luz divina. No son maldad en sí mismas, pero se vuelven oscuridad cuando el alma se aferra a ellas y olvida su origen.
Así, lo que debería ser un medio para servir a Dios —el campo, los bienes, la familia— se convierte en un fin que impide la unión con Él.

El banquete del Señor es la comunión con la Luz, el Olam HaBá que comienza aquí, cuando el alma despierta y reconoce que todo proviene del Altísimo.
La riqueza, el éxito, la prosperidad, no son condenados por el Cielo: son pruebas del Tikkun, oportunidades para elevar lo material hacia lo divino. Pero cuando el hombre se siente autosuficiente y olvida al Dador, se excluye del banquete por su propia elección.

Pon a Dios primero en tu vida.
Esta es la Kavaná correcta, la intención pura que abre las puertas del Reino.
El Señor no castiga a quienes no vienen; simplemente respeta su decisión.
Cada alma elige a qué mesa desea sentarse: la mesa de la materia o la mesa del Espíritu.

Cuando el alma transforma su excusa en ofrenda, rompe la Klipá y deja que la Luz brille.
Entonces, participa verdaderamente del Banquete del Señor, no solo en el mundo venidero, sino también aquí, donde el Creador se revela en el corazón que ha aprendido a ponerlo primero.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,15-24):

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»
Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: «Venid, que ya está preparado.» Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: «He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.» Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.» Otro dijo: «Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.» El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: «Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.» El criado dijo: «Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio.» Entonces el amo le dijo: «Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.» Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»

Palabra del Señor.

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