En el evangelio de Mateo (10,17-22), Jesús nos habla directamente al corazón, ofreciendo un mensaje de confianza y guía en medio de las adversidades. Su llamado es claro: «Confía en mí, únete a mi Sagrado Corazón humildemente y seré tu guía». A través de estas palabras, nos invita a depositar nuestra confianza en Él, asegurándonos de que todo está escrito y todo es para bien.
Jesús revela que seguirlo no será un camino exento de desafíos. Nos advierte que aquellos que perseveren hasta el final serán los salvos. Este llamado no es una promesa de facilidades, sino un recordatorio de que, al entregarnos a Jesús y abrazar el camino de la fe, podemos encontrar dificultades. Estas dificultades son el precio que debemos pagar en nuestro viaje hacia la santidad, corrigiendo y purificando nuestras almas para avanzar hacia el cielo.
En este viaje, Jesús nos anima a dejar todo en manos de Dios, a seguir sus enseñanzas y fortalecer nuestra fe. Al hacerlo, experimentamos el amor y la guía divina que nos llevarán hasta el final, logrando la elevación del alma y alcanzando la vida eterna.
La clave es confiar en Dios y hablar con Él en oración. En un mundo lleno de distracciones y desafíos, Jesús nos insta a no depender exclusivamente de la confianza en los hombres, sino a buscar primero el consejo divino. ¿En dónde depositas tu confianza? Esta es la reflexión clave. Al elegir confiar en Dios y seguir las enseñanzas de Jesús, fortalecemos nuestra fe y nos encaminamos hacia la vida eterna, confiados en que todo está escrito y todo es para bien.