Jesús nos enseña la fe, nos revela el amor de Dios Padre y nos muestra que para Él todo es posible.
Si crees en Jesús, lo proclamas con tus palabras y dejas que habite en tu corazón, el temor se disipa y nace el amor. Así, aumenta la confianza y se aviva la esperanza.
¡Que viva la fe, viva la esperanza y viva el amor!
“Hoy, pregúntate: ¿Cómo puedo manifestar esta fe y este amor en mis acciones diarias? Pídele al Señor que te dé la fuerza para confiar en Su presencia y transmitir Su amor a quienes te rodean.”
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Podemos profundizar en varios aspectos adicionales de este pasaje de Marcos (6,45-52). Por ejemplo:
- La experiencia de los discípulos en la barca
- Después de la multiplicación de los panes, los discípulos se encuentran en medio de una situación difícil (el viento en contra). Esto nos recuerda que, incluso después de vivir experiencias fuertes de fe, podemos sentirnos desorientados o asustados.
- Reflexiona: ¿Cuántas veces nos hemos sentido en “mar abierto,” con vientos contrarios, y hemos dudado de la presencia o del poder de Dios?
- El miedo y la falta de reconocimiento
- El Evangelio nos muestra que los discípulos no reconocen enseguida a Jesús caminando sobre el agua, se asustan y piensan que es un fantasma. Suele sucedernos algo parecido: en medio de las pruebas, no siempre identificamos la mano de Dios que se acerca para ayudarnos.
- Pregúntate: ¿En qué momentos, por temor o distracción, he dejado de ver la presencia de Jesús a mi lado?
- La invitación a no temer
- Jesús les dice: “¡Ánimo, soy yo, no teman!” Cuando nos abocamos a la fe, al amor y a la confianza en el Señor, el miedo cede el paso a la esperanza y la serenidad.
- Interpela tu vida: ¿De qué manera la voz de Jesús hoy te llama a soltar tus temores y confiar en que Él te sostiene?
- El corazón endurecido
- El pasaje menciona que los discípulos “no habían entendido el milagro de los panes, pues tenían la mente embotada” (o el corazón endurecido). A veces somos testigos de bendiciones y aun así dudamos cuando llega la siguiente dificultad.
- Considera: ¿Cómo puedo evitar que mi corazón se endurezca y mantener la memoria viva de lo que Dios ha hecho en mi vida?
- La respuesta del creyente
- La fe no es solo reconocimiento intelectual, sino confianza activa que se traduce en una actitud firme ante los desafíos.
- Cuestiónate: ¿Estoy llamado únicamente a creer desde lo mental o también a encarnar esa fe en mi forma de vivir, en mis decisiones, en mi manera de relacionarme con los demás?
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Lectura del santo evangelio según San Marcos (6,45-52):
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado.
Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»
Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.
Palabra del Señor.