Jesús nos enseña que lo importante es hacer el bien para sanar nuestro corazón, pues, como humanos, tenemos una inclinación natural hacia las fuerzas egoístas del mal. Para hacer el bien, debemos comenzar por pensar bien.
Vive una vida santa y recuerda que no hay santos a medias.
Invoca a Jesús para que habite en tu corazón.
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El poder de la unidad y el dominio del espíritu
En el evangelio de Lucas (11,14-23), Jesús expulsa un demonio de un hombre mudo, y cuando este comienza a hablar, algunos lo acusan de hacerlo por el poder de Belcebú, el príncipe de los demonios. Jesús responde con una verdad profunda: “Todo reino dividido contra sí mismo queda devastado, y casa cae sobre casa” (Lucas 11,17).
Desde la perspectiva de la Cábala, este pasaje nos habla del principio de unidad y de la lucha espiritual en el interior del ser humano. El Zóhar enseña que la realidad está formada por fuerzas espirituales opuestas: el deseo de recibir solo para uno mismo (egoísmo) y el deseo de recibir para compartir (altruismo). La inclinación al mal (Ietzer Hará) se nutre de la división interna, mientras que la inclinación al bien (Ietzer Hatov) se fortalece con la armonía y la conexión con la Luz divina.
Jesús nos muestra que el verdadero poder no viene de la fragmentación, sino de la unidad con Dios. Así como un reino dividido cae, un corazón dividido entre el bien y el mal es inestable. La Cábala nos enseña que nuestra misión es unificar nuestro ser en el propósito divino, sometiendo nuestro ego al dominio del alma. Solo así podremos vencer las fuerzas que nos alejan de Dios.
Los mandamientos fueron dados no para que los cuestionemos, sino para que los cumplamos. No es necesario entender el “por qué” de cada precepto, sino vivir en obediencia y alinearnos con la voluntad de Dios. Sin embargo, estudiar el evangelio con la sabiduría de la Cábala nos ayuda a comprender más profundamente los principios espirituales detrás de la ley y nos da herramientas para aplicarlos en nuestra vida.
Cuando Jesús dice: “El que no está conmigo, está contra mí” (Lucas 11,23), nos enseña que no hay neutralidad en la batalla espiritual. O avanzamos hacia la Luz, o caemos en la oscuridad. No podemos servir a dos señores.
Así que hoy pregúntate: ¿estás alineando tu corazón y tus pensamientos con Dios? ¿O permites que la división interna te aleje de Su propósito? La clave está en la unidad, en rendirse completamente a la voluntad divina y en vivir con un corazón íntegro.
Que podamos elegir cada día estar del lado de la Luz, fortaleciendo nuestro vínculo con Dios a través de la fe, la acción y la obediencia.
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,14-23):
En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:
«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».
Palabra del Señor.