No importa cuál sea la prueba que estés atravesando, tan solo confía en Dios. Él tiene un plan perfecto para ti.

Solo confía, sigue orando y avanza con seguridad en tu actuar.

Recuerda que somos: pensamiento, palabra y acción.

La confianza que multiplica

En el Evangelio de Juan 6,1-15, Jesús realiza el milagro de multiplicar cinco panes y dos peces para alimentar a una multitud. Este pasaje no es simplemente un relato de abundancia física, sino una enseñanza profunda sobre el funcionamiento espiritual del universo: cuando confías y entregas lo poco que tienes con fe, Dios lo multiplica.

Desde la Cábala, se nos enseña que la realidad visible surge de lo invisible, y que todo lo que vivimos tiene un origen espiritual. Según esta sabiduría, el ser humano está compuesto de pensamiento, palabra y acción, los tres niveles de manifestación del alma (moaj, dibur, maasé). En otras palabras, lo que piensas, dices y haces tiene un impacto energético real en tu mundo.

Cuando Jesús recibe los panes y los peces, no se queja de la escasez. Agradece. Y en ese agradecimiento se revela la fuerza de quien confía plenamente en el flujo divino. Él sabe que el Creador no actúa desde la carencia, sino desde la abundancia espiritual. La fe, desde la perspectiva cabalística, es el canal que conecta tu realidad limitada con la fuente ilimitada.

En la vida cotidiana, muchas veces sentimos que no tenemos lo suficiente: ni tiempo, ni recursos, ni fuerzas. Pero si entregamos lo que tenemos con confianza en que Dios tiene un plan perfecto, el cielo se abre. No siempre como esperamos, pero siempre como lo necesitamos.

El Zóhar, uno de los textos fundamentales de la Cábala, enseña que cuando una persona actúa desde un estado de emuná (fe activa), su acción se une al deseo divino y puede atraer luz incluso en momentos de oscuridad.

Por eso, como dice tu mensaje: “Tan solo confía, sigue orando y avanza con seguridad en tu actuar.”
Porque esa es la receta espiritual: pensamiento enfocado en el bien, palabra alineada con la verdad, y acción coherente con el amor.

La multiplicación de los panes no es solo una historia. Es una clave espiritual: cuando entregas con fe, se multiplica.


Lectura del santo evangelio según san Juan (6,1-15):

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor.

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