Por que te preocupas por las cosas del mundo?
No tengas miedo.
Todo es la voluntad de Dios.
Y todo es para bien.

Acepta la invitación de Jesús a seguir su camino para regresar al padre y conviértete en fuente de luz para el mundo.

Deja el pasado atrás y solo piensa que todo lo que ya pasó es para bien. No tienes más opción.
Ten presente que lo que paso ya paso y que así quiso Dios.
Enfócate en el presente sembrando amor para que tu futuro sea mejor y recuerda que Dios quiere que vivas alegre.

Este texto nos invita a soltar las preocupaciones del mundo y a confiar en el cuidado y la guía amorosa de Dios. Al acoger la invitación de Jesús, descubrimos que no estamos solos y que, incluso en aquello que no comprendemos, Dios busca nuestro bien. Además, nos recuerda que elegir la alegría es fundamental para vivir en sintonía con la voluntad divina.

Dios es misericordioso; cuando caemos en pecado, Él nos anima a levantarnos y continuar con la frente en alto, sin quedarnos atados a la culpa. Esa carga proviene del enemigo, quien desea vernos agobiados. Por el contrario, Dios quiere vernos alegres y en paz, pues “lo que pensamos, lo seremos; lo que sintamos, lo atraeremos; y lo que imaginemos, lo crearemos.”

Puntos de reflexión

  1. Dejar el pasado atrás: Aprender de lo sucedido, confiar en que Dios comprende el porqué de cada situación, y no permitir que la culpa nos consuma.
  2. Sembrar amor en el presente: Cada acto de amor transforma nuestro corazón y el de quienes nos rodean, influyendo positivamente en nuestro futuro.
  3. Elegir la alegría: Reconocer que Dios, en su misericordia, desea nuestra felicidad y que la culpa no proviene de Él, sino de lo que nos aparta de su amor.

De este modo, la fe nos libera de la carga del temor y la culpa, invitándonos a caminar con esperanza y alegría, siendo luz para los demás.


Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *