¿Pides señales a Jesús?
Mejor comienza a creer en Él y no te resistas a dejar actuar al Espíritu Santo en ti.
¿Por qué limitarte cuando puedes trascender? ¿Acaso no quieres saciar esos vacíos que llevas dentro?
Cree en Jesús, sigue su palabra, vive de acuerdo con sus enseñanzas y confía siempre en que Dios proveerá.
Cree en Jesús… y sé feliz de una vez por todas.
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El Pan que sacia el alma
En el evangelio de Juan, Jesús responde a quienes le piden una señal, revelando que Él mismo es el pan de vida, el que ha descendido del cielo para dar vida al mundo. No se trata de un alimento físico, sino espiritual: quien se acerca a Él, no tendrá hambre; quien cree en Él, no tendrá sed jamás.
Desde la Cábala, entendemos que el alma humana desciende de los mundos superiores y habita en este mundo material con un propósito: volver a unirse con la Luz del Creador. En este proceso, el alma atraviesa pruebas, vacíos, y búsquedas que no pueden ser llenadas con lo terrenal. Solo una conexión directa con la Luz divina —lo que Jesús representa en su plenitud— puede verdaderamente saciar nuestra hambre espiritual.
Cuando el alma siente hambre, no busca pan físico. Busca sentido, dirección, propósito. Por eso Jesús se presenta como el pan vivo: la sabiduría divina encarnada, el canal a través del cual el alma puede regresar al Padre.
La Cábala nos enseña que la verdadera creencia no es solo aceptar con la mente, sino conectar con el corazón y actuar en consecuencia. Creer en Jesús, el Justo que viene de lo alto, es recibir la Luz que proviene directamente del Ein Sof —el Infinito—, y permitir que esa Luz nos transforme desde dentro.
Por eso, más que pedir señales externas, se nos invita a despertar desde adentro, abrirnos al Espíritu y permitir que el pan de vida nos eleve por encima del hambre del ego y la sed de este mundo.
Jesús no vino solo a decirnos que creamos. Vino a enseñarnos cómo vivir, cómo amar, cómo confiar y cómo retornar a la Luz del Creador.
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Lectura del santo evangelio según san Juan (6,30-35):
En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Palabra del Señor.