Jesús nos enseña la bondad y el amor de nuestro Padre Celestial revelándoos las gracias que podemos recibir por creer en Dios.
Creer en Dios es vivir sintiendo su amor sin dudas.
Esta en ti creer y hacer la voluntad de Dios, porque creer es cumplir con lo que Jesus nos enseño.
Así que cree de corazón y comienza a sentir el amor de Dios.
Es momento de comenzar a creer.
Silencia todos esos malos pensamientos comenzando a vivir en gratitud para dar la mejor energia a tu futuro porque Dios te lleva por el camino que eliges y la vida te da lo que piensas y lo que sientes. Haz afirmaciones positivas llenas de certeza para que esos pensamientos buenos se conviertan en realidad.
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Creer en Dios es sentir su amor
Jesús nos invita, en el Evangelio de Marcos, a llevar la Buena Noticia a toda la creación. Este llamado no es solo una misión externa, sino una invitación a transformar nuestra vida desde el interior, conectándonos con el amor infinito de Dios.
Creer en Dios no es un acto superficial o simplemente intelectual; es vivir desde la certeza de que somos amados, protegidos y guiados por un Padre celestial que camina junto a nosotros. Esta fe auténtica y confianza en Él nos da acceso a gracias extraordinarias: sanación, liberación de cargas emocionales y espirituales, e incluso la capacidad de transformar nuestra realidad desde el interior. Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Qué hay detrás de este poder espiritual?
La fe y la confianza en Dios son fuerzas transformadoras que nos alinean con su luz, esa luz que es capaz de iluminar toda oscuridad y que sostiene nuestra vida. Cuando Jesús nos llama a creer, nos está invitando a convertirnos en canales de esa luz, a abrir nuestro corazón para recibir y transmitir el amor de Dios en todo lo que hacemos. Creer no es solo para nosotros mismos; es para contribuir al plan divino, participando en la redención del mundo. Esta redención no es solo un cambio externo, sino una sanación que empieza dentro de cada persona y se expande a su entorno.
Jesús también menciona señales que acompañan al creyente: “en mi Nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, impondrán manos y sanarán”. Estas señales no son solo milagros visibles, sino el reflejo del poder de la fe para transformar las pruebas y desafíos en oportunidades de crecimiento espiritual. La confianza en Dios nos da la fuerza para superar las dificultades, para liberar nuestro corazón de todo miedo y permitir que su amor actúe en nosotros.
Además, sentir el amor de Dios es más que una experiencia emocional; es una fuerza activa que transforma nuestra perspectiva y nuestra realidad. Este amor es la energía que sostiene la creación, y al vivir desde la fe, participamos en ese flujo divino que nos llena de propósito y paz. Jesús nos enseña que la fe no solo cambia cómo vemos las cosas, sino que nos da el poder de sanar, liberar y transformar nuestras vidas y las de los demás.
Por eso, el mensaje es claro: comienza a creer. Deja atrás los pensamientos que te alejan de la paz y abre tu corazón a la gratitud. Vive con la certeza de que Dios está contigo, y cada paso que das en fe no solo transforma tu vida, sino que contribuye al plan de amor de Dios para el mundo.
«El momento de creer es ahora. Siente su amor, deja que ilumine tu vida y sé un portador de esa luz para los demás».
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Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-18):
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Palabra del Señor.