Jesús nos revela que es Dios quien traza el camino de los hombres llamados a seguirle.
Solo quien camina tras sus pasos halla la senda hacia la vida eterna.

Entonces tú, si se te ha mostrado el camino, síguelo, y tu nombre quedará inscrito en el Libro de la Vida.

Cuando Dios Muestra el Camino

Nada sucede por azar. Todo alma que llega a Jesús fue atraída por la Voluntad del Padre.
Así lo revela el Maestro: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí.”
El camino no es hallado por quien busca con los ojos del cuerpo, sino por quien ha sido llamado desde las raíces del alma.

En la sabiduría de la Cábala, esto se entiende como el despertar del Neshamá, el alma superior que reconoce su origen y anhela volver a la Luz de donde fue emanada.
Dios traza en secreto los senderos de aquellos que deben ascender, y ese trazo invisible es el Tikkun, la corrección divina que cada uno vino a cumplir.

Seguir a Jesús es recorrer ese Tikkun con conciencia: es caminar el mapa espiritual que el Creador escribió en el corazón de los que aman la verdad.
Nadie puede venir a Él si no es atraído por el Espíritu; y nadie que haya sido atraído será rechazado, porque está escrito en la Luz del Eterno.

El que ha sido llamado y reconoce la voz del Maestro, debe seguirlo con fe absoluta.
Porque quien permanece en el Camino —en la senda que el Padre mostró— será levantado en el último día, y su nombre brillará en el Libro de la Vida, como chispa que vuelve al fuego del que fue engendrada.

Juan (6, 37-40)

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día’’.