Jesús nos enseña a compartir lo que proviene de Dios, sin esperar recompensa alguna, porque solo Él es el verdadero dueño de todo.
Libérate de la avaricia, y el alma hallará descanso; pues quien da con pureza, recibe de Dios lo que el mundo no puede pagar.
Confía en Él, tu Padre amoroso.
El Secreto de Dar sin Esperar
Jesús nos revela un misterio del Reino: el verdadero dar no busca retorno, porque su raíz no está en la carne sino en el alma.
Cuando el hombre da esperando recompensa, su acto nace en Maljut, el mundo de la forma, donde la energía se disipa en el deseo propio.
Pero cuando da movido por el amor, sin esperar nada, su acción asciende a Tiferet, el corazón del Árbol de la Vida, donde mora la compasión divina.
Dar sin esperar es una de las llaves del cielo. Es reconocer que nada nos pertenece, que todo lo que tenemos es flujo del Infinito (Ein Sof) que nos presta su abundancia para que la circulemos.
El avaro rompe el circuito de la bendición; el generoso lo mantiene vivo, y su alma se convierte en un canal por donde Dios se manifiesta en el mundo.
Jesús nos enseña que el banquete de Dios no se ofrece a quienes buscan honor, sino a quienes sirven en silencio.
Quien comparte lo que es de Dios, aunque el mundo no lo vea, será invitado al festín eterno, donde el alma se sacia del Pan de la Vida.
Así la Cábala nos enseña que cada acto de generosidad abre un sendero de luz entre los mundos.
El que da sin interés humano, en realidad recibe de Dios una herencia eterna, porque en el Reino del Amor, el que más da, más se parece a su Creador.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,12-14):
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor.