Sigue a Jesús en el camino del amor que conduce a la vida eterna.

No temas por tu pasado: comienza hoy a caminar en la fe, con el compromiso de vivir en el amor y aceptar, con humildad, la voluntad de Dios.

Permite que tu corazón sane y empieza a vivir en plenitud.

En este peregrinar por la tierra, recuerda que es Dios quien recompensa; tú haz tu parte y sé precursor de la redención.

No olvides que Dios es para todos, y que Jesús no discrimina. Vive conforme a su ejemplo.

Que la gracia de Dios Padre todopoderoso permanezca siempre contigo.

El Camino del Amor y las Vasijas de Luz

El evangelio de Lucas (8,1-3) revela un secreto escondido: la redención de Dios avanza sobre el sendero del amor y necesita vasijas dispuestas para manifestarse en el mundo. Jesús camina de aldea en aldea anunciando el Reino, y a su lado van mujeres sanadas —María Magdalena, Juana, Susana— quienes, con sus propios bienes, sostienen su misión.

La cábala nos enseña que toda bendición desciende desde el Ein Sof, la Luz infinita, a través de las sefirot. Pero esa Luz necesita recipientes —actos de fe, manos generosas, corazones reparados— para habitar entre nosotros. Estas mujeres fueron esas vasijas: lo que en su pasado fue quebranto, se volvió canal de provisión. Aquí se cumple el tikkun: la reparación del mundo comienza donde permitimos que la luz pase por nuestras grietas.

Jesús une Jesed (la misericordia) con Maljut (el Reino en la tierra), mostrando que el amor no discrimina ni excluye. El secreto cabalístico es claro: Dios paga, pero espera nuestra participación. La redención no es un milagro distante, sino un tejido divino que requiere nuestras decisiones.

Así, tú también —aunque tu historia tenga sombras— puedes convertirte en un precursor de la redención. Acepta la voluntad de Dios, sana tu corazón y haz de tu vida un camino de amor. Permite que la Luz descienda a través de ti, para que el Reino comience aquí y ahora, en cada gesto que devuelve esperanza al mundo.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,1-3):

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Palabra del Señor.

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