Jesús nos enseña el camino de la fe con su actuar y nos invita a seguirlo en el camino hacia la redención, para así tener una vida plena y feliz en la tierra.

Con su ejemplo de vida, nos muestra que Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros, y que no debemos juzgar su voluntad, sino seguirlo con confianza para descubrir la fuerza del amor.

Jesús nos enseña que, cuando lo dejamos habitar en nosotros, se nos revela el camino, se nos muestra la verdad y se nos da la vida.

Dios es Uno.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

Lo que no está escrito, pero arde en el alma

El evangelio concluye con una frase enigmática:
«Jesús hizo muchas otras cosas, que si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.»
(Juan 21,25)

La cábala nos enseña que la realidad visible es solo una parte de la verdad. Lo más profundo de la existencia no siempre puede escribirse o explicarse: debe ser revelado, vivido y recibido desde el alma. En hebreo, la palabra sod (סוֹד), que significa “secreto”, alude a esta dimensión espiritual que se manifiesta solo a quienes tienen el corazón abierto y la fe dispuesta.

El Zóhar nos recuerda que toda palabra escrita tiene niveles ocultos de significado, y que incluso el silencio y lo no escrito contienen sabiduría para quien sabe mirar con los ojos del alma. Por eso, la afirmación de Juan no es exagerada, sino profundamente mística: hay enseñanzas de Jesús que no fueron transmitidas en letras, pero que continúan revelándose a quienes buscan con sinceridad y pureza.

Cuando Pedro pregunta por el destino de Juan, Jesús responde: “Si quiero que él permanezca hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú, sígueme.”
Esta respuesta también tiene resonancia cabalística: cada alma tiene su tikkún, su corrección espiritual, su camino único hacia la plenitud. Compararse con otro no tiene sentido cuando lo que Dios espera de ti es que seas tú mismo, transformado por el amor y la verdad.

La cábala afirma que cada persona tiene una chispa divina (nitzotz) que debe elevar. Y ese proceso no puede ser copiado ni transferido. Lo que tú debes aprender, solo tú puedes vivirlo. Por eso Jesús no responde con una explicación sobre Juan, sino con una invitación personal: “Tú, sígueme.”

Hay libros que no se escriben con tinta, sino con lágrimas, con actos de bondad, con silencios entregados en oración. La vida del alma es un evangelio vivo, en continua revelación.


Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

Palabra del Señor.

 

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