Evangelio de Lucas (12,54-59): «Les decía también a la multitud: ‘Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís que hace calor, y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no exploráis este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al gobernador, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te eche en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuarto.’”
En este pasaje del Evangelio de Lucas, Jesús nos exhorta a discernir en nuestro caminar terrenal para hacer la voluntad de Dios y nos advierte de las consecuencias de no hacerlo. Nos recuerda que somos capaces de discernir el tiempo y el clima con facilidad, pero a menudo pasamos por alto la necesidad de discernir en nuestras vidas espirituales y materiales.
A lo largo de nuestras vidas, experimentamos una dualidad constante: una vida material y una vida espiritual. Aunque ambas coexisten, a menudo no somos conscientes de la importancia de equilibrar ambas dimensiones. Jesús nos insta a reflexionar sobre esta dualidad, a discernir antes de actuar y a alinearnos con la voluntad de Dios en cada paso que damos.
En este pasaje, Jesús utiliza ejemplos cotidianos para ilustrar el principio de la «ley de medida por medida». Así como sabemos interpretar los signos del tiempo, también debemos aprender a discernir las señales espirituales en nuestras vidas. No debemos actuar impulsivamente, sin considerar las consecuencias de nuestros actos, pues, como nos advierte Jesús, podríamos encontrarnos en situaciones difíciles de las que será difícil escapar.
Meditar en las enseñanzas de Jesús es esencial para nuestro discernimiento. Antes de actuar, debemos reflexionar sobre lo que nos ha enseñado, buscar la orientación del Espíritu Santo y llenarnos de amor para vencer las malas inclinaciones que a menudo nos impulsan a tomar decisiones precipitadas. Dios nos guía y nos ayuda, pero nos sugiere que elijamos el camino de la vida, un camino que sigue los principios que Jesús nos enseñó.
Cuando vivimos de acuerdo con los principios y enseñanzas de Jesús, no solo encontramos un sentido más profundo en nuestras vidas, sino que también evitamos las consecuencias negativas de actuar sin discernimiento. Elegir el camino de la vida es optar por la sabiduría divina sobre la impulsividad, y es un acto de agradecimiento a Dios por habernos enviado a Jesús como guía.
Por eso recuerda siempre la importancia de discernir antes de actuar, de buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas y de agradecer por las enseñanzas de Jesús que nos muestran el camino de la vida. Siguiendo este camino espiritual, evitamos caer en juicios y consecuencias negativas, y encontramos un sentido más profundo en nuestra existencia. En última instancia, discernir es un acto de sabiduría y amor hacia Dios y hacia nosotros mismos.