Jesús nos dice que debemos ser íntegros en nuestro actuar, para no caer en la tentación que nos conduce a la pérdida de la fe.

Haced siempre el bien, como lo enseña Jesús, aceptando la voluntad de Dios.

Recuerda que lo que sale de tu corazón es lo que regresa a ti.

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Domina tu reino interior

Jesús nos revela que el verdadero enemigo no está afuera.
No es un espíritu que ronda en los aires, ni una fuerza ajena que nos persigue desde las sombras.
El satán, en la visión de la Cábala, es una energía interior: la inclinación al egoísmo, la voz del Yetzer Hará, el impulso que nos arrastra a creer que estamos separados de la Luz.

Cuando Jesús expulsa los demonios, no solo está liberando cuerpos; está mostrando un proceso interior: la purificación del alma.
Cada pensamiento de rencor, cada deseo de dominio, cada palabra vacía, son puertas abiertas por donde el caos entra y reina.
Por eso dice: “Cuando el espíritu impuro sale del hombre, vaga buscando reposo; y al no hallarlo, vuelve con siete peores.”
Porque si el alma no llena su interior de Luz divina, el vacío atrae la oscuridad de nuevo.

La Cábala enseña que dentro de nosotros hay un reino de diez sefirot, un árbol vivo donde la Luz de Dios fluye si los canales están en armonía.
Pero cuando la intención se corrompe, cuando el corazón se cierra, el flujo se interrumpe y las klipot —las cáscaras del ego— cubren la chispa divina.
Entonces el hombre queda dividido, en guerra consigo mismo.

Jesús nos invita a sanar esa división:
a ser íntegros, a vivir en unidad, a permitir que la Luz del Ein Sof, la Luz infinita del Creador, fluya en nosotros mediante la práctica del amor, del perdón y de la verdad.
Él es el modelo del alma que ha vencido al satán interno, no con violencia, sino con obediencia a la voluntad del Padre.

Ser íntegro, como Jesús enseña, es alinear el pensamiento, la palabra y la acción con la Luz.
Es reconocer que todo lo que sale de nosotros —nuestros actos, emociones y palabras— regresa, porque el universo es un espejo de nuestro interior.

Si el corazón emite Luz, atraerá Luz.
Si emite sombra, hallará sombra.

Por eso, la verdadera batalla no se libra contra el mundo, sino dentro del alma.
Y solo quien conquista su interior puede decir que ha encontrado la paz del Reino.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,15-26):

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: «Volveré a la casa de donde salí.» Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»

Palabra del Señor.

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