¿Crees en las promesas de Dios?

Para comenzar a creer en las promesas de Dios es necesario vaciarnos de la soberbia y aceptar que todo proviene de Él.

Esto quiere decir que debemos acrecentar nuestra confianza en el Señor.

Creer en las promesas de Dios

El Evangelio de Mateo nos recuerda la genealogía de Jesús y el cumplimiento de la promesa hecha por Dios desde Abraham hasta María. No es un simple listado de nombres; es la manifestación de que Dios sostiene su palabra a través del tiempo, incluso en medio de la fragilidad humana.

La cábala nos enseña que la historia no avanza de manera aleatoria, sino que cada generación es un eslabón en el plan divino. Así como las letras forman palabras y las palabras revelan sabiduría, las vidas de cada persona en esa genealogía fueron necesarias para que la promesa de la venida del Mesías se cumpliera.

Creer en las promesas de Dios, entonces, es más que esperar un resultado inmediato. Es aprender a confiar en que incluso lo que no comprendemos hoy tiene un lugar en el gran diseño divino. La soberbia nos hace pensar que podemos controlar todo; la humildad, en cambio, nos abre los ojos a la certeza de que lo verdadero y eterno proviene solo de Él.

Así como José confió en el mensaje del ángel y aceptó un plan más grande que él mismo, también nosotros estamos llamados a vaciarnos de nuestras certezas humanas para dejar espacio a la luz de Dios. La fe consiste en caminar con confianza, aunque no veamos el final del camino, porque sabemos que cada paso está inscrito en el plan divino.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,1-16.18-23):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».»

Palabra del Señor.

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