Estad en oración siempre,
y tu ruego será escuchado;
mas vive de acuerdo con la voluntad de Dios.

Todas las oraciones son llevadas al cielo, por eso, permanece en oración y lleva una vida de fe,
dando gracias a Dios siempre,
sabiendo que Él es Padre,
porque quien a Dios tiene, nada le falta.

Recibe a Jesús en tu corazón,
sigue sus enseñanzas y vive en amor.

Dios Está para Todos: La Fe Abre las Puertas

En el Evangelio de Marcos (7,24-30), encontramos a una mujer sirofenicia que, a pesar de no pertenecer al pueblo de Israel, se acerca a Jesús con fe y humildad para pedir la sanación de su hija. Aun cuando parece que su petición es rechazada, ella insiste con confianza y demuestra que su fe es genuina. Jesús, conmovido por su perseverancia, concede su petición y su hija es liberada.

Este pasaje nos enseña una gran verdad: Dios está para todos, sin importar el origen, la historia personal o los errores cometidos. Su amor y misericordia no tienen fronteras; Él solo espera que nos acerquemos con un corazón sincero y con fe.

Muchas veces, pensamos que no somos dignos de acercarnos a Dios, que nuestras faltas o nuestra historia nos alejan de Su amor. Pero la mujer sirofenicia nos muestra que lo único que Dios espera de nosotros es un corazón que confíe y que busque Su gracia con humildad.

Por eso, Jesús nos llama a estar en oración siempre, a vivir con fe y a confiar en que Dios escucha nuestras súplicas. El camino de la fe está abierto para todos, solo depende de nuestra decisión de seguirlo.

Hoy, pregúntate: ¿Estoy buscando a Dios con fe? ¿Me acerco a Él con humildad y confianza? No importa de dónde vengas ni lo que hayas vivido, Dios te espera con los brazos abiertos. Acércate a Él, recibe a Jesús en tu corazón y sigue Sus enseñanzas, porque quien a Dios tiene, nada le falta.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,24-30):

EN aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.
Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo:
«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella replicó:
«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».
Él le contestó:
«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Palabra del Señor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *