En el Evangelio de Mateo (7,21.24-27), Jesús nos revela un principio fundamental para acceder al Reino de los Cielos: hacer la voluntad de Dios. No es un misterio oculto; Jesús nos lo ha dado a conocer claramente. Este conocimiento nos invita a vivir en obediencia, aceptando con alegría todo lo que la vida nos presenta, reconociendo que cada experiencia es permitida por Dios para el bien de nuestra alma. En este proceso de aceptación, surge la gratitud como una expresión de confianza en el plan divino.
Aceptar la voluntad de Dios con amor nos lleva a reflexionar sobre cuál es esa voluntad y cómo podemos vivirla en nuestra vida diaria. Es un llamado a meditar en lo que Dios quiere para nosotros y a actuar de acuerdo con las enseñanzas de Jesús. La aceptación y la acción van de la mano, formando un camino de crecimiento espiritual.
La coherencia se convierte en una pieza clave en este camino. Jesús nos insta a ser coherentes en pensamiento, palabra y acción, buscando siempre el bien. Esta coherencia implica alinearnos con los principios del Evangelio, llevando a la práctica el amor, la compasión y la justicia en todas nuestras interacciones.
La vida en obediencia a la voluntad de Dios no siempre será fácil, pero cada desafío es una oportunidad para crecer y acercarnos más a nuestro Creador. Agradecer por cada experiencia, ya sea alegre o difícil, nos ayuda a mantener una perspectiva de confianza en la sabiduría divina.
El Evangelio según Mateo nos invita a vivir en obediencia a la voluntad de Dios, aceptando con gratitud y amor cada experiencia de la vida. La meditación en sus enseñanzas nos guía hacia una acción coherente, buscando siempre el bien. Este camino es un viaje espiritual que nos acerca al Reino de los Cielos y nos permite experimentar la plenitud de la vida en comunión con Dios.