Cuida lo que miras, porque de ello se alimentan tus pensamientos. Si tus pensamientos son puros, tus palabras serán correctas y tus acciones estarán alineadas con la voluntad de Dios.
Reflexiona: ¿a qué le estás prestando tu atención?
—
La pureza del deseo y el poder de la atención
Jesús dice: “Han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5,27-28). Estas palabras no son solo un llamado a la fidelidad externa, sino una invitación profunda a la limpieza interior del alma.
Desde la cábala, el ojo es más que un órgano de percepción: es una ventana del alma. Lo que contemplamos con deseo impuro no solo afecta nuestra mente, sino que activa corrientes espirituales invisibles que desordenan el flujo de la Luz divina. Cuando la atención se enfoca en lo prohibido, se despiertan energías que alimentan el yetzer hará, la inclinación al mal, y oscurecen la neshamá, el alma superior.
La cábala enseña que cada pensamiento y cada intención crean realidades espirituales. Por eso, no se trata solo de evitar la acción externa del pecado, sino de cortar el flujo de energía en su raíz. Jesús nos llama a corregir el pensamiento antes que se convierta en palabra o acción. Y esto no es represión, es sabiduría espiritual: quien domina su atención, gobierna su mundo interior.
Por eso, cuidar lo que miras no es legalismo ni exageración. Es alinearte con la santidad. Es entender que la realidad comienza en el plano invisible. Y en ese plano, lo que ves, deseas y toleras en tu corazón tiene más poder del que imaginas.
En la visión cabalística, hay mundos que se sostienen por la pureza de un solo pensamiento recto. Cada vez que eliges no mirar con codicia, sino con compasión; no con juicio, sino con humildad, haces un tikkún —una reparación— en el mundo.
Entonces, no se trata solo de evitar el adulterio físico, sino de sanar el deseo mismo. De entrenar la mirada para que sea un canal de bendición y no de corrupción. Porque mirar con pureza es ver con los ojos de Dios. Y cuando ves así, todo tu cuerpo se llena de luz.
—
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,27-32):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.» Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.»
Palabra del Señor.