En el corazón del Evangelio de Mateo, encontramos una profunda llamada a ser instrumentos de amor en el mundo. En Mateo 9,35–10,1.6-8, Jesús nos presenta un modelo de vida que va más allá de las palabras: nos invita a ser la manifestación viva de su enseñanza, llevando a cabo su misión con amor y compasión.

La oración es el puente que conecta nuestras vidas con la divinidad. En Mateo 9,35, vemos que Jesús, al recorrer ciudades y aldeas, enseñaba, predicaba y curaba. Pero, antes de cada paso, encontramos la clave: «Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia» (Mateo 9,35). ¿Qué podemos aprender de este acto constante de enseñanza, predicación y curación? Jesús nos muestra que la oración constante y la conexión con la divinidad son esenciales para llevar a cabo la obra de Dios en la Tierra.

En Mateo 10,1.6-8, Jesús comisiona a sus discípulos y les otorga el poder de sanar y liberar. Pero, antes de enviarlos, les da una instrucción valiosa: «Vayan, y prediquen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los leprosos, expulsen a los demonios. Gratis han recibido; den gratis» (Mateo 10,7-8). Nuestras palabras tienen un poder transformador cuando están imbuidas de amor y vida. Jesús nos anima a compartir generosamente lo que hemos recibido, a ser instrumentos de curación y liberación a través de nuestras palabras y acciones.

Permanecer en la enseñanza de Jesús implica más que simplemente memorizar sus palabras; implica vivirlas en cada aspecto de nuestras vidas. La oración constante nos conecta con la fuente divina de amor y nos capacita para ser instrumentos de esa amorosa enseñanza. En este camino, nuestras palabras se convierten en un eco del mensaje de Jesús, llevando consigo la luz y la esperanza que el mundo tanto necesita.

Recuerda que somos llamados a ser instrumentos de Dios en un mundo sediento de amor y compasión. La oración constante y la conexión con la enseñanza de Jesús son las claves para vivir conscientemente y ser portadores de palabras de vida y amor. Que nuestra vida sea un testimonio vivo del mensaje de Jesús, y que nuestras palabras y acciones reflejen la gracia que hemos recibido gratuitamente.

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