Jesús es el Buen Pastor, quien vino al mundo para darnos vida. A través de su Palabra, solo debemos estar atentos y escucharle, para así cumplir la voluntad de Dios.
Siguiendo a Jesús, desbloqueamos las trabas que impiden que nuestra alma se eleve. Al hacerlo, purificamos nuestro interior y despertamos en nosotros una conciencia espiritual.
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El Pastor que llama al alma desde lo Alto
En el Evangelio de Juan, Jesús se presenta como la puerta del redil y el Buen Pastor. Esta imagen no es solo pastoral, sino profundamente espiritual. En la cábala, se enseña que el alma humana desciende de los mundos superiores —lo que llaman Olamot Elyonim— para habitar este mundo material con una misión: elevarse y volver a su origen, más refinada, más despierta, más luminosa.
Jesús, al llamarse la puerta, revela algo mucho más profundo: Él es el acceso al mundo espiritual, la conexión viva con el plano divino. No se trata solo de creer en Él, sino de escuchar su voz interior, como una frecuencia celestial que sólo las almas despiertas pueden oír.
En la cábala, se habla del Yetzer HaTov y el Yetzer HaRa —el impulso hacia el bien y el impulso hacia el ego—. Ambos existen dentro de nosotros, y el alma debe aprender a discernir cuál voz seguir. Jesús nos invita a reconocer su voz como la voz del alma alineada con la Luz del Creador, esa voz que nos guía hacia la vida verdadera, hacia la expansión, la unidad, la verdad.
Cuando el Maestro dice que vino para que tengamos vida y la tengamos en abundancia, no se refiere sólo a bienes materiales, sino a la abundancia de conciencia, de paz, de sentido. El alma que sigue la voz del Pastor se purifica, se eleva, y comienza a vivir desde una perspectiva eterna. Porque como dice la cábala, la vida verdadera es la que conecta con lo eterno.
Recordemos que en el árbol de la vida cabalístico, hay un canal de conexión llamado Da’at, el conocimiento profundo. Jesús nos da ese acceso. Él es la Da’at viviente, el conocimiento encarnado del Creador. Por eso, al escucharlo y seguirlo, despertamos nuestra chispa divina y empezamos el camino de regreso a la Casa del Padre.
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Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor.