Cuando pides con fe lo que brota sinceramente de tu corazón, y expresas con tus labios palabras auténticas, hablando con Jesús… se te dará.

Piensa bien y pide con el alma aquello que anhelas de verdad,
mientras persigues tus sueños y vives en acción,
como si ya hubieras recibido lo que pediste.

Comienza por pedir que se alejen los demonios que te apartan de Dios,
porque Dios es amor.

Y todo lo que pidas y hagas, hazlo con amor:
sin proclamarte, sin herir a nadie,
porque si no hay amor… allí no está Dios.

El alma limpia atrae bendición

En el Evangelio de Mateo (8,28–34), Jesús se encuentra con dos hombres poseídos por espíritus malignos. Viven en los sepulcros, aislados y agresivos. La presencia de Jesús incomoda a los demonios. Le suplican que los expulse… y Él los echa fuera.

Este pasaje no es solo una historia de liberación.
Es una enseñanza profunda del alma.

Desde la cábala, sabemos que todo lo que ocurre en el plano físico tiene un origen espiritual.
Y que muchos de los obstáculos, sufrimientos o incluso enfermedades del cuerpo
no son más que reflejo de un desequilibrio interior.

La tradición cabalística habla del dibbuk: un espíritu errante que se adhiere a un alma cuando esta queda expuesta por heridas no sanadas, faltas no corregidas o prácticas negativas.
No siempre se trata de posesiones espectaculares…
muchas veces, son pensamientos, hábitos, emociones o deseos que se “pegan” al alma
y la desvían de su propósito.

En nuestra vida cotidiana también cargamos con “demonios”:
miedos heredados, patrones negativos, resentimientos, egoísmo, envidia.
Y a menudo, pedimos cosas materiales sin antes liberar el alma de esas ataduras.

Queremos salud, éxito, abundancia…
pero no pedimos primero pureza, corrección y luz interior.
Y por eso muchas veces, no recibimos.

La cábala enseña que el alma es como un recipiente:
solo cuando está limpio puede recibir la plenitud de la luz divina.
Cuando lo espiritual se ordena, lo material fluye naturalmente.

Jesús lo sabe. Por eso, antes de sanar el cuerpo o multiplicar el pan,
primero libera, perdona, purifica.
Porque una vida bendecida empieza por una vida liberada.

Así que hoy, en lugar de pedir más cosas…
pide primero ser libre.
Pide limpieza interior.
Pide que el Espíritu de Dios habite en ti…
y que todo lo que no viene de Él, se aleje.

Porque cuando el alma está en paz,
la bendición encuentra su camino.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,28-34):

En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos: «¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?»
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: «Si nos echas, mándanos a la piara.»
Jesús les dijo: «Id.»
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

Palabra de Dios.

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