Alégrate y llena de gracia tu vida sirviendo a Dios.

Acepta su plan perfecto y vive feliz, porque eso es lo que quiere nuestro Padre celestial.

Mientras caminas por esta vida terrenal, mantén tus anhelos y recuerda que para Dios nada es imposible.

Acepta con amor los acontecimientos de la vida, porque todo es para bien.

Es momento de dar gracias por lo que viene.

La aceptación del plan divino y el secreto de la transformación

El anuncio del ángel a María en Lucas 1:26-38 nos revela uno de los principios más profundos de la cábala: la unión entre la voluntad humana y la voluntad divina. María, al escuchar el mensaje celestial, no solo acepta el plan de Dios, sino que lo hace con amor y entrega total: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1:38).

En la cábala, esto se relaciona con el concepto de bitul, la anulación del ego para permitir que la luz divina fluya a través de nosotros. No significa perder la identidad, sino alinear nuestra voluntad con la del Creador, reconociendo que el verdadero propósito de nuestra existencia no es resistir el plan divino, sino ser un canal para su manifestación en el mundo.

La vida nos presenta situaciones que no comprendemos, pruebas que parecen difíciles de aceptar. Pero la cábala enseña que todo lo que ocurre es para bien, incluso aquello que nos desafía. Cada experiencia forma parte de nuestro tikkun, nuestra corrección espiritual. María pudo haber dudado, pero en lugar de eso, confió. En ese instante, transformó su realidad y se convirtió en el recipiente perfecto para la luz divina.

Nosotros también podemos vivir con esa certeza. Cuando aceptamos los acontecimientos de la vida con amor y confianza, dejamos de luchar contra el flujo divino y permitimos que las bendiciones se manifiesten. Para Dios, nada es imposible, pero es nuestra fe y nuestra disposición lo que abre las puertas de la transformación.

No se trata de resignarse, sino de reconocer que, al aceptar con alegría la voluntad de Dios, nos convertimos en partícipes activos de su obra. La clave está en elevar nuestra conciencia, cambiar nuestra percepción y vivir con gratitud por lo que está por venir.

Dios ya tiene un plan perfecto para ti. ¿Estás dispuesto a decir: “Hágase en mí según tu palabra”?

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Lectura del santo evangelio según san Lucas (1.26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

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