No sigas el consejo de los impíos. Tú enfócate en hacer la voluntad de Dios.

Antes de actuar, detente y piensa. Medita en la Palabra de Dios.

Cuando el Justo Calla, el Cielo Habla

Inspirada en Mateo 14,1-12 y la sabiduría de la Cábala

¿Por qué mueren los justos? ¿Por qué Dios permite que el mal aplaste la voz de la verdad?

Juan el Bautista fue asesinado no por debilidad, sino por fuerza: porque habló con integridad, porque no se vendió, porque no tuvo miedo. Su muerte no es una derrota. En la mirada de la Cábala, es un acto de elevación.

La Cábala nos enseña que el alma viene al mundo con una misión, un tikkún: una reparación única. Juan vino a anunciar la llegada de la Luz —el Mesías— y cuando cumplió su misión, su alma fue recogida.

Su muerte no fue un error. Fue un misterio.

En el lenguaje cabalístico, la muerte del justo activa una energía espiritual que despierta al pueblo. Es como una campana invisible que resuena en los mundos superiores. La Luz se oculta por un momento, pero no desaparece: se concentra.

A veces, Dios guarda silencio. Pero no porque apruebe el mal. Guarda silencio porque está preparando una respuesta más grande, más profunda, más eterna.

Jesús mismo sintió ese silencio cuando Juan murió. Pero en ese silencio, el Reino de los Cielos comenzó a desplegarse con más fuerza.

Tú también estás llamado a hablar con verdad, como Juan. Y a confiar, como los sabios de la Cábala, en que todo lo que sucede, incluso lo que no entiendes, está al servicio de la Luz.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,1-12):

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Palabra del Señor.