Cuando por alguna razón te preguntes por qué has venido a este mundo, debes estar seguro de que el motivo es para conectarte con Dios y así lograr el perfeccionamiento de tu alma para vivir en plenitud bajo la fuerza del amor.

En Juan 17,20-26, Jesús nos muestra que somos uno en el Padre. Debemos poner a Dios primero en nuestras vidas para estar conectados a la fuente divina. Cuando no vivimos de esta forma, es como si nos desconectáramos de esa fuente esencial. El gran secreto para llegar a la redención es que la alcanzaremos cuando todos actuemos unidos con el Padre. El día en que todos los humanos que habitamos este mundo pongamos siempre a Dios primero, llegará la redención. Esto será posible cuando vaciemos nuestro ego y vivamos como uno, en la verdadera unidad que el Shema Israel proclama: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno.»

Jesús nos enseña que vivir en amor en pensamiento, palabra y acción es fundamental. Este amor no es solo una emoción pasajera, sino una decisión diaria de actuar con compasión, justicia y misericordia. Al seguir el ejemplo de Jesús, cultivamos una relación más profunda con Dios y con los demás, fortaleciendo la unidad que Jesús tanto deseaba.

Recuerda siempre a qué has venido a este mundo y deposita toda tu confianza en Dios. La oración de Jesús nos muestra que estamos llamados a ser reflejo de Su amor y a vivir en comunión con Él y con los demás. Al confiar en Dios, encontramos la paz y la fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida, sabiendo que todo es para bien.

En este sentido, todo lo que vivimos, incluso las dificultades, contribuye a nuestro crecimiento espiritual y nos acerca más a la plenitud del amor divino. Jesús nos invita a ver más allá de las circunstancias inmediatas y a confiar en el plan de Dios para nuestras vidas. Este plan es siempre para nuestro bien, incluso cuando no lo entendemos completamente.

Por lo tanto, vive en amor, como te enseña Jesús. Que tus pensamientos, palabras y acciones reflejen el amor de Dios y fortalezcan la unidad con aquellos que te rodean. Al hacerlo, cumplirás con el propósito de tu vida y experimentarás la verdadera paz y felicidad que solo el amor divino puede ofrecer.

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