Que de tu boca salgan palabras buenas, para que el fruto de tu creación nos lleve a un mundo mejor y así podamos vivir todos en un mundo de redención en la Tierra.

El camino espiritual es individual, en el que tenemos que trabajar para ser santos, teniendo en cuenta que cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones tiene consecuencias colectivas. Por eso, cuida tus pensamientos, meditando si lo que piensas contiene la llama del pensamiento de Dios que ilumina el camino de la misericordia, para que la palabra que proclames sea de bendición y genere una buena acción.

Recuerda que en tu boca está el poder de la vida y de la muerte; por eso, proclama siempre palabras de vida, para que tú también puedas llegar a tu redención.

La Pureza del Corazón y la Sabiduría para Guiar

En el Evangelio de Lucas, Jesús nos deja una enseñanza profunda sobre el discernimiento y la pureza del corazón:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?» (Lc 6,39).

Con esta pregunta, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia claridad espiritual antes de intentar corregir o guiar a los demás. Muchas veces, nos enfocamos en los errores ajenos, en sus defectos o equivocaciones, sin darnos cuenta de que nuestra propia visión puede estar nublada por prejuicios, juicios o carencias internas.

Jesús ilustra esto con una imagen poderosa: «¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la paja que tienes en el ojo’, si tú no ves la viga en el tuyo?» (Lc 6,42).

Desde la perspectiva de la Cábala, este pasaje nos habla de la importancia del Tikún, la corrección personal. En la tradición mística judía, se enseña que el mundo exterior es un reflejo del mundo interior. Cuando vemos defectos en los demás, a menudo es porque hay algo en nuestro propio interior que necesita sanación. Esto se basa en el principio de que la realidad que experimentamos está filtrada por nuestro nivel de conciencia y nuestras propias imperfecciones.

Por eso, antes de corregir a otro, debemos corregirnos a nosotros mismos. Si queremos que el mundo sea más justo, debemos cultivar justicia en nuestro corazón. Si anhelamos un mundo lleno de amor y compasión, debemos manifestar esos valores en nuestro propio ser.

Jesús también nos recuerda que «el árbol se conoce por su fruto» (Lc 6,44), es decir, nuestras acciones y palabras son el reflejo de lo que realmente somos. En la Cábala, se explica que las palabras no son solo sonidos, sino fuerzas creativas que revelan lo que hay en nuestro interior. Si nuestras palabras están llenas de juicio, ira o crítica destructiva, es señal de que nuestro corazón aún necesita purificación.

Por eso, la clave para vivir en armonía con Dios y con los demás es la avodá, el trabajo espiritual continuo. A medida que refinamos nuestro carácter y purificamos nuestras intenciones, nuestra percepción se aclara y nos convertimos en verdaderos guías para otros. Solo entonces, en lugar de ser ciegos guiando a otros ciegos, seremos faros de luz que iluminan el camino hacia la verdad.

Que cada día podamos trabajar en nuestro Tikún, alineando nuestro corazón con la voluntad divina, para que nuestras palabras y acciones reflejen la bondad de Dios en el mundo.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6 ,39-45)

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Palabra del Señor.

Un comentario

  1. Tu compromiso y pasión irradian en cada párrafo. Es realmente digno de elogio.

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