Espera en Dios y sigue a Jesús como tu maestro y guía en este camino hacia el Reino de Dios.
Deja que Jesús transforme tu vida y habite en tu corazón.
Lleva una vida espiritual en esta travesía terrenal, sabiendo que Dios todo lo puede, mientras vives en oración y buscas agradarle.
Sé un ejemplo de vida, siguiendo a Jesús de corazón.
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La transformación interior: un reflejo de la luz divina
En el pasaje de Lucas 9,28b-36, contemplamos la Transfiguración de Jesús en el monte, un momento en el que su rostro resplandece y sus vestiduras se vuelven de una blancura deslumbrante. Este evento revela la conexión entre el mundo terrenal y el celestial, mostrando la verdadera naturaleza de Jesús como Hijo de Dios.
Desde la perspectiva de la Cábala, la luz es un símbolo de la revelación divina y de la transformación del alma. Según esta tradición, cada ser humano tiene una chispa de la Luz del Creador en su interior, pero esa luz solo se manifiesta plenamente cuando nos elevamos espiritualmente. La Transfiguración de Jesús es un recordatorio de que el verdadero propósito de nuestra existencia es purificar nuestra alma y reflejar la Luz Divina en nuestro camino.
La Cábala nos enseña sobre el Tikkun HaNefesh, la corrección del alma, un proceso que requiere disciplina espiritual, oración y acciones alineadas con la voluntad de Dios. En la historia de la Transfiguración, vemos cómo Jesús se aparta para orar en la montaña, un acto que simboliza la necesidad de elevarnos por encima del ruido del mundo para conectarnos con lo divino. Solo cuando entramos en verdadera comunión con Dios podemos experimentar una transformación interior.
Además, la presencia de Moisés y Elías junto a Jesús en este evento nos recuerda que la revelación es progresiva y que el conocimiento de Dios ha sido transmitido a lo largo del tiempo. La Cábala explica que la realidad se despliega en niveles y que debemos ascender en nuestra comprensión espiritual. Para ello, debemos alejarnos de la superficialidad y buscar una conexión más profunda con el Creador.
Pedro, en su deseo de construir tiendas para quedarse en ese estado glorioso, representa nuestra inclinación a aferrarnos a los momentos de iluminación sin comprender que la verdadera transformación ocurre cuando llevamos esa luz de regreso al mundo. Jesús nos muestra que no podemos quedarnos en la montaña, sino que debemos descender y compartir la sabiduría, permitiendo que la luz que hemos recibido ilumine a otros.
Así como Jesús se transfiguró ante sus discípulos, cada uno de nosotros está llamado a experimentar una transformación interna. Dios nos invita a subir espiritualmente, a purificar nuestra alma y a reflejar su luz en nuestra vida diaria. La oración, el estudio y la acción justa son los caminos que nos llevan a esta transfiguración interior.
Que nuestra vida sea un reflejo de la luz de Dios, iluminando el camino para los demás y manifestando su gloria en todo lo que hacemos.
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,28b-36):
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor.