Jesús nos enseña, con su ejemplo, a aceptar lo que sucede en este mundo y a continuar nuestro camino con fe.
Discierne en todo momento cuál es la voluntad de Dios. Vive con fe, aceptando que todo proviene de Él y que todo es para bien.
Empieza por cambiar en ti aquello que no está bien y avanza hacia la redención.
Recuerda siempre que solo una cosa es verdaderamente importante: la salvación del alma.
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Aquí tienes tres comentarios que complementan la reflexión para profundizar en su mensaje:
- Aceptar con fe y confianza
- Jesús nos muestra que aceptar lo que sucede, incluso en las pruebas, no es resignación, sino una forma de confiar en el plan de Dios. Cada momento, incluso los difíciles, tiene un propósito en su diseño divino.
- Transformación personal
- Cambiar lo que está mal en nosotros es el primer paso hacia la redención. Reconocer nuestras fallas y trabajar en ellas con humildad nos acerca más a Dios y nos prepara para vivir en su presencia.
- La prioridad eterna
- La reflexión nos recuerda que la salvación del alma es el objetivo más importante de nuestra existencia. Si hacemos de esto nuestra guía, nuestras decisiones y acciones estarán alineadas con el propósito de Dios para nuestra vida.
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Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-17.23-25):
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.
Palabra del Señor.