La fe es creer en Dios y en su bondad; es confiar en que Él es nuestro Padre Celestial, que gobierna sobre todo y que tiene un plan divino para cada uno de nosotros.
Si tienes fe, todo lo que pidas al Padre en oración te será concedido.
El secreto está en cultivar la fe, tal como Jesús nos enseña.
Creer en Jesús es seguir sus enseñanzas, sabiendo que Él es el enviado de Dios.
El velo del juicio y la potencia de la fe
Cuando Jesús regresó a su tierra, no fue recibido con honra, sino con escepticismo. “¿No es este el hijo del carpintero?”, decían. Su sabiduría fue opacada por la familiaridad. Y así, por su falta de fe, no pudo obrar allí muchos milagros.
Desde la perspectiva de la cábala, esto nos revela un principio espiritual profundo: la luz solo se manifiesta donde hay vasija para recibirla, y esa vasija es la fe.
El Zóhar enseña que cada alma tiene kelim, recipientes invisibles que se llenan con la luz divina cuando hay apertura del corazón. Pero cuando el alma está llena de juicio, duda o soberbia, la luz no puede entrar. Este fue el error de los habitantes de Nazaret: en vez de abrir sus vasijas, las cerraron con el velo del prejuicio.
Jesús representa la Luz Superior, y su enseñanza nos revela que la fe no es solo un acto mental, sino una disposición del alma: una apertura confiada a lo que no se ve, a lo que trasciende la razón.
La cábala nos recuerda también que “no hay luz sin ocultamiento”. La grandeza de Dios suele esconderse en lo cotidiano, en lo que parece simple. Por eso, quien juzga por las apariencias cierra la puerta al milagro.
Entonces, ¿cómo desarrollar la fe verdadera?
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Reconociendo la luz en lo oculto.
Aprende a ver a Dios en lo ordinario, incluso en lo que no entiendes o no te gusta. -
Vaciando tus juicios.
La fe crece cuando dejas de aferrarte a tu forma de entender y permites que Dios actúe a Su manera. -
Abriendo la vasija del corazón.
La humildad, la gratitud y la confianza son los canales por los que fluye la bendición.
La fe es la llave que abre las puertas del Reino. Jesús no pudo hacer milagros donde no hubo fe, no porque le faltara poder, sino porque Dios no impone Su luz. Él respeta el libre albedrío y solo entra donde se le abre el alma.
No dejes que tu juicio te impida ver el milagro. Abre tu corazón. Deja que la Luz entre. Y cree.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,54-58):
En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
Palabra del Señor.