Jesús nos enseña que el amor y la misericordia de Dios es para todos, por eso nos invita a orar pidiendo a nuestro Padre Celestial que envíe más personas que trabajen para el Reino de Dios.

Seamos también nosotros como Jesús, fuente de luz e intercesión.

Cuando hables con una persona sobre Dios, habla también con Dios sobre esa persona.

Dios bendiga.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,32-38):

En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual.»
En cambio, los fariseos decían: «Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.»
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»

Palabra del Señor.

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