La invitación a vivir en el Reino de Dios es para todos. Está en ti decidir si quieres aceptarla.

Tú eliges si deseas alcanzar la vida eterna y disfrutar la dicha de vivir en el Reino de Dios, incluso en este mundo.

Si anhelas estar cerca de Dios, revístete de santidad para recibir Su gracia. Sigue a Jesús para sanar tu corazón, mantén siempre presente el objetivo y ora con fe para obtener la fortaleza de caminar en el camino recto hacia la redención.

En los momentos difíciles, tan solo confía y repite con fe:
«Jesús, yo confío en Ti».

Mientras vives en esta realidad material, la elección sobre qué hacer está en ti. Sigue tus anhelos, persigue tus sueños y vive sin apegos, actuando siempre dentro de la Palabra de Dios.

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Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14):

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.» Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.» Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?» El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor.

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