El mensaje revelado

Seguir a Jesús es la forma de prepararnos para el momento del juicio,
porque Él ha venido al mundo para enseñarnos cómo vivir,
pasando las pruebas del día a día,
para ser juzgados favorablemente.

Jesús nos muestra el camino para alcanzar la vida eterna,
mientras vivimos esta vida terrenal en gracia,
conectados con Dios.
Por eso es tan importante ser conscientes de nuestros pensamientos, palabras y acciones,
sabiendo que siempre tenemos la oportunidad de arrepentirnos de corazón.

La tradición espiritual nos enseña que cada hora hay un juicio celestial que influye en nuestra vida.
Por eso debemos actuar con conciencia y propósito,
buscando agradar a Dios.

Hagamos cada día un examen de conciencia
y pidamos perdón a nuestro Padre Celestial por nuestras faltas,
con verdadero deseo de cambio y reparación.

Y recuerda: también serás juzgado si no vives con alegría,
porque Dios quiere que demos gracias en todo momento,
aceptando con fe que todo lo que sucede es para el bien de nuestra alma.
Por eso, vive con alegría.
Porque eso también es amor.

Desde la sabiduría antigua

El juicio y el despertar del alma

En el Evangelio de Mateo (11,20-24), Jesús reprende con firmeza a las ciudades que no se arrepintieron, a pesar de haber sido testigos de sus milagros. No es un reclamo por desobediencia externa, sino por indiferencia espiritual: el milagro ocurrió frente a ellos… pero sus corazones no se conmovieron.

Desde la perspectiva de la Cábala, este pasaje nos habla del juicio diario que ocurre en los mundos superiores. Cada alma es evaluada constantemente —no solo al final de los tiempos—, y cada momento es una oportunidad para retornar al Creador, para hacer teshuvá.

La Cábala enseña que el universo está sostenido por un equilibrio entre juicio (din) y misericordia (rajamim), y que nuestras acciones, pensamientos y palabras inclinan esa balanza. La indiferencia espiritual —el no hacer nada— no es neutralidad, es desequilibrio. Y ese desequilibrio aleja la luz.

Por eso Jesús insiste en el arrepentimiento verdadero, no como un sentimiento de culpa, sino como un despertar del alma. Volver a Dios desde la conciencia. Elevar nuestra vida con intención. Buscar la corrección interior, el tikún, que transforma nuestro ser y repara el mundo.

No se trata solo de haber presenciado un milagro, sino de permitir que ese milagro transforme nuestro interior. Quien no se deja tocar por la verdad, se endurece… y ese endurecimiento es lo que lo acerca al juicio.

La buena noticia es que el juicio no está para condenar, sino para corregir. Y cada instante es una puerta abierta hacia la vida eterna. La elección es nuestra: vivir dormidos en la comodidad… o despertar al llamado de la luz.

 

Evangelio que inspiró este mensaje

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,20-24):

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»

Palabra del Señor.

 

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