Cuando tienes fe, eres bienaventurado, porque sobre ti permanece la gracia de Dios, guiándote por el camino que eliges.
Vive con alegría y gratitud por todo lo que te toca vivir, pues cada experiencia es parte del perfeccionamiento y purificación de tu alma.
Recuerda que la meta es la vida eterna, y que lo de este mundo es pasajero. Mantén presente que lo que sientes crea tu realidad, así que elige alimentar sentimientos buenos y llenos de luz.
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Bienaventurados los que Tienen Fe: La Sabiduría de Jesús y la Cábala
En el Evangelio de Lucas (6,17.20-26), Jesús nos entrega las bienaventuranzas, un mensaje poderoso que nos invita a mirar más allá de lo material y a confiar en la promesa del Reino de Dios. Él proclama bienaventurados a los pobres, a los que tienen hambre, a los que lloran y a los perseguidos por causa de la justicia, asegurándoles que recibirán la recompensa divina.
A primera vista, estas palabras pueden parecer una contradicción: ¿cómo puede ser dichoso quien sufre? Jesús nos está revelando un principio espiritual profundo: la verdadera bendición no está en lo externo, sino en el estado de nuestro corazón.
Jesús y la Cábala: El Propósito de las Pruebas
En la Cábala judía, se nos enseña que cada prueba que enfrentamos en la vida no es un castigo, sino una herramienta de crecimiento espiritual. El concepto de «Tikkun» (corrección o reparación del alma) nos explica que cada desafío que vivimos es una oportunidad para elevar nuestra conciencia, purificar nuestro interior y acercarnos más a Dios.
Jesús, como maestro judío, entendía esto profundamente. Por eso nos dice que los que ahora sufren serán consolados, porque sus pruebas están refinando su alma y acercándolos al propósito divino. No significa que Dios quiera el sufrimiento, sino que en cada dificultad hay una oportunidad de transformación y redención.
La Fe Crea la Realidad
Jesús también nos advierte sobre los peligros de apegarnos a lo material y buscar solo la satisfacción terrenal. En la Cábala, existe un principio llamado «Or Makif» (la luz que rodea), que enseña que lo que atraemos a nuestra vida está en función de nuestro nivel espiritual.
Esto se relaciona con las palabras de Jesús: «Bienaventurados los que tienen hambre ahora, porque serán saciados» (Lucas 6,21). Nos invita a tener un hambre espiritual, a desear el crecimiento interno más que las riquezas externas, porque cuando nuestro corazón está alineado con Dios, la abundancia verdadera llega en Su tiempo perfecto.
Jesús nos está mostrando que nuestra percepción y nuestros sentimientos crean nuestra realidad. Si cultivamos fe, gratitud y confianza, nos abrimos al flujo de bendiciones divinas. Si, en cambio, vivimos con miedo, enojo o apego a lo pasajero, cerramos el canal de luz que Dios quiere derramar sobre nosotros.
La Clave: Aceptar el Proceso con Alegría
Cuando Jesús dice «Bienaventurados los pobres, porque suyo es el Reino de Dios», no se refiere solo a la pobreza material, sino a una actitud de humildad y dependencia total de Dios. En la Cábala, esta idea se llama «Bitul», la anulación del ego para permitir que la luz divina nos transforme.
La clave para vivir con paz es aceptar con alegría y gratitud el proceso de nuestra vida, sabiendo que todo es para nuestro crecimiento y perfeccionamiento espiritual. Cuando confiamos en Dios, entendemos que nada es casualidad, que cada situación es una oportunidad de crecimiento y que la verdadera riqueza es la conexión con Él.
Reflexión Final
Si tienes fe, eres bienaventurado, porque Dios te guía en cada paso.
Todo lo que vives es parte de un plan divino para tu crecimiento.
Tu estado interior crea tu realidad: elige alimentar sentimientos de amor y gratitud.
La verdadera riqueza no está en lo material, sino en la conexión con Dios.
Jesús nos invita a ver la vida con los ojos de la fe y a confiar en que, cuando nos alineamos con Su voluntad, somos bienaventurados, sin importar las circunstancias.
«Bienaventurados los que confían en Dios, porque su recompensa será eterna.»
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,17.20-26):
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor
Gloria a ti señor Jesús 🙏