Jesús vino al mundo para enseñarnos la palabra de Dios con amor, con su ejemplo de vida y aceptación, revelándonos de forma práctica a qué se parece el Reino de Dios.
Comienza a tener una vida espiritual para que así puedas regresar al Padre mientras caminas en este mundo, superando las pruebas que nuestra alma debe pasar para su perfección.
Piensa siempre con amor.
El fuego es el pensamiento de Dios que debe habitar en nuestra mente, el bautizo es el agua que da vida para que proclamemos la palabra de Dios que es transportada por el aire que respiramos en cada momento para que demos gracias al Señor.
Por eso, piensa siempre con amor, porque tus pensamientos se volverán palabras, tus palabras se convertirán en acciones y tus acciones definirán tu destino.
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El fuego que purifica el alma

Jesús nos dice: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya estuviera ardiendo!”. Ese fuego no es destrucción, sino la llama divina que despierta y purifica el alma.

La cábala nos enseña que la luz de Dios desciende en forma de chispa espiritual en cada uno de nosotros. Esa chispa necesita ser encendida por medio de la fe, el amor y la corrección interior. El fuego de Jesús es la fuerza que separa lo falso de lo verdadero, lo superficial de lo eterno.

Por eso habla de división: porque cuando la luz llega, revela lo oculto, y obliga al alma a elegir. La familia, los afectos, las costumbres, todo puede ser probado por ese fuego. No para destruir, sino para transformar.

El verdadero discípulo de Cristo acepta la llama interior que purifica, aunque duela, porque sabe que de esa manera el alma se acerca a su perfección y al plan divino.

Reflexión: ¿Dejas que el fuego del amor de Dios arda en tu interior, aun cuando te incomode o te confronte?

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,49-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor.